28 - Lo llamaremos hogar

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Justo cuando creí que nada ni nadie podría distraerme del dolor por perder a Thomas, apareció Katherine.

A la distancia percibí su esfuerzo por replicar su distintiva energía. Fue agotador de ver, en especial cuando era halagada por ser tan fuerte y no perder su esencia.

Yo no tenía ánimos de fingir y quise recordarle que ella tampoco debía hacerlo conmigo. No esperaba que fuera un rayo de luz o que proyectara un dominio emocional tan envidiable que por poco no se le considerara humana.

Quería todo. Lo bueno, lo malo y las heridas que ganó por mi culpa. Incluso quería su resentimiento por cada una de ellas. Estaba dispuesta a gastar mis rodillas si era necesario.

Sin embargo, presentí algo más. Pequeñas voces se repetían en mi cabeza durante cada mirada furtiva y roce evitado.

Quizás hay algo más.

Ella vio algo que no querías mostrar.

Sabe algo que no planeabas decirle.

Al fin te está viendo por lo que eres.

La última voz que escuché fue la mía, susurrada entre mis manos, pero lo suficientemente audible para que mi mayor miedo se materializara en el pequeño baño de invitados.

—Oksana se lo dijo.

Por primera vez en casi ocho años, no me aterró que alguien más supiera ese secreto. Si algo tenía claro era que no corría peligro en manos de Katherine: ella entendería lo delicado que era y todo lo que estaba en juego.

Pero no estaba segura de sí entendiese por qué hice lo que hice. Hasta cierto punto podía justificarme, pero luego... ¿Cómo le explicaba que escogí la brutalidad cuando no era necesario? ¿Cómo siquiera admitiría que no estaba arrepentida y que incluso lo disfruté?

Quizás ahora se parecía un poco más a mí, pero estaba segura de que no importaba por cuántos infiernos pasara Katherine, ella jamás escogería el veneno por encima de la cura.

Fue suficiente para confirmar todo en el silencio de mi departamento, cuando reconocí el miedo en su mirada una vez que intenté acercarme. Mi corazón nunca se había partido tan rápida y estruendosamente. Me dolió tanto que me sentí insultada. ¿Cómo podía pensar, después de todo, que yo la lastimaría así?

Acto seguido, desconfié de si ella realmente guardase el secreto y si este corría o no riesgo en sus manos. Desconfié, porque eso era lo que sabía hacer. Cada vez que alguien supo algo decepcionante de mí, me atacó por ello o lo supo usar en mi contra.

Cada. Maldita. Vez.

Ella quería saber si había cambiado y me pregunté si después de tantos años y una costumbre tan arraigada realmente era posible hacerlo. Y se quedó ahí, asustada y paciente por la respuesta.

"Anda, muéstrale por qué le ganas a tus demonios", pensé. "Que vea que es porque eres más mala que ellos".

Creí que tras mi confesión se esparciría un silencio eterno que sólo se rompería con el portazo que ella daría al dejar mi vida para siempre.

Y estaba bien. La dejaría ir, aunque ese rechazo me doliera por el resto de mis días. Era lo normal. Después de todo ¿Quién podría quedarse?

Nunca hubiese imaginado que ella era la respuesta.

🪷

En la mitad de la madrugada, luego de que no sólo exigiera mantener las luces apagadas, sino también el sexo más rápido y sucio que pudiera imaginar, me quedé viendo el techo, tanto o más perdida que el teniente Bello.

Caminos Separados (D&K2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora