Vi la luz del día a través del retrovisor, hambrienta por alcanzarme y ofrecer ayuda para combatir la penumbra que envolvía cada uno de mis pensamientos. No la dejé interferir esta vez. Permití que un poco de la oscuridad de la noche se quedara conmigo y mantuviera al mal suelto.
Las calles estaban despejadas, tenía espacio para comprender que el camino que estaba por tomar no ofrecía retorno. Eran largos los minutos que separaban la partida del destino final, tenía tiempo para buscar una desviación.
Nada de eso importó. Gasté cada centímetro y segundo transcurrido en entregarme al sentimiento más primitivo y amaestrado que conocía.
Cada vez que parpadeaba veía a Katherine cubierta en sangre, viva para revivir un miedo que fácilmente se convertiría en el más grande de su vida. Oksana sabía justo lo que hacía. Dejó una huella eterna, tan inmensa que sería capaz de aplastar hasta el mejor de nuestros días.
Era buena en ser mala y estaba segura de que estaba contando con el hecho de que yo también podía serlo.
Al llegar al cementerio de La Resurrección silencié a la pequeña voz en mi cabeza que me decía que no podía estar tan segura de que ella estaría ahí. Fue irrelevante hasta ese momento, pero recordaba que en Halloween se perdió en los mausoleos más antiguos. Katherine incluso mencionó que la encontró llorando sobre una tumba en donde la estatua de una mujer parecía descansar.
Meses después, mi curiosidad me hizo recorrer el lugar de día sólo para ver el parecido de la estatua con su madre, el mismo lugar donde la encontré esa mañana.
Parecía un fantasma ahí, abrazándose a sus piernas y sacudiéndose en un silencioso llanto. La neblina apenas dejaba el suelo, dejando un pesado rocío que humedeció sus pantalones hasta cerca de las rodillas.
Fue una imagen conmovedora cuando alzó la mirada y vi los senderos de sus lágrimas junto con las manchas de sangre en su sweater blanco. La sangre de Katherine.
Mantuve mis manos en mis bolsillos mientras nos mirábamos. No esperaba que dijera o hiciera algo, sólo me adjudiqué esos instantes para deconstruir la versión glorificada que—ahora sabía—me forcé a creer.
Y me sentí tan ingenua al pensar en esa noche semanas atrás, cuando creí que las dos estábamos agradecidas por haber encontrado a esa única persona en el mundo que realmente podía entender lo que era estar jodido de la forma en que nosotras lo estábamos.
"Esa era la señal", pensé. "Nunca confiarías en alguien como tú".
Sin esperar que la consciencia de alguna interfiriera, saqué el revólver de mi bolsillo y apunté su cabeza. Al mismo tiempo, sus labios se separaron ligeramente para liberar un pesado suspiro.
—No tenía que ser así—dije entre dientes, enfocada en mantener un traicionero llanto en mi interior—. Pudiste venir de frente y lo sabes.
—Fue justo lo que hice—respondió, sin desviar su mirada de la mía ni por un segundo—. Apunté a tu corazón.
Sonreí por el atrevimiento y apunté justo entre sus cejas. Su alivio fue inquietante. Si pasaba por mi cabeza la posibilidad de que eso era lo que ella llevaba esperando tantos años iba a arruinar la ligera satisfacción que sentiría una vez que jalara el gatillo.
Contra mis deseos, barajé las opciones a medida que un trote lleno de tropezones se acercaba a la escena. Sabía que era Theresa mucho antes de que hablara.
Al igual que el amanecer, quise fingir que no la traía a mis espaldas todo el camino.
—¿Estás demente? —susurró, como si alguien fuera a escuchar en la mitad de un cementerio pasadas las seis de la mañana—. Baja eso...
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Caminos Separados (D&K2)
RomanceLa vida fuera del armario resultó ser miserable e inusualmente mágica para Katherine. Se ha unido más a su familia, está replanteando su futuro académico y, a muy duras penas, sobrevivió a su primer quiebre amoroso. O al menos eso intenta. Mientr...