No podía culpar al destino ni al guionista por el exceso de drama en mi vida cuando yo sola me busqué un potencial encuentro con Katherine el mismo día que debía reunirme con Damian.
No tenía por qué elegir Lincoln Park, mucho menos el sector de comercio más transitado por sus habitantes. Quizás podría mentir, decir que fue inconsciente a pesar de que tenía claro que siempre tomaba los caminos que pudieran llevarme a ella.
La única verdad era que ya no podía seguir combatiendo contra la realidad, mucho menos en ese instante que parecía un sueño. Estaba ahí, compartiendo la mesa de un restaurante con mi padre, hermana y exnovia a la que todavía amaba.
La vida daba unos giros demasiado inesperados.
—Mamá dice que debo tener el cabello así para que no me lo jalen en pleno combate—explicó Avril mientras Katherine desenredaba la trenza que parecía cortarle la circulación—. Una vez, una niña me pegó un chicle.
—Pequeña zorra...—murmuré.
Katherine me regañó con la mirada, pero Avril asintió en mi dirección antes de darle un sorbo a su malteada.
—Le di su merecido: un golpe justo entre las cejas—respondió Avril, el orgullo destilando en su dulce voz—. Estuve castigada dos semanas, pero lo valió.
—Por favor, que tu madre no se entere de ese violento orgullo que creyó reformar—dijo Damian, riendo igual que yo.
Ese violento orgullo era una cosa del ADN Wigmore.
Casualmente, dejamos a las chicas porque él me pidió que lo acompañara a pedir otra porción de papitas. Yo sabía que tenía algo más que decir fuera del campo de audición de Avril.
Minutos atrás, él se disculpó conmigo por llevarla cuando no era parte del plan. No contaba con la emergencia de su esposa Magdalena, la misma que lo arrinconó a responsabilizarse de ir a buscar a Avril luego de su clase de karate.
Iba a decirle que no volviera a disculparse. Quizás me espanté al inicio, pero conocer a Avril se sintió como lo correcto, tanto que incluso me sentí tonta al pensar que pude seguir aplazando un momento que resultó ser mágico.
Ayudó mucho tener a Katherine dándome el tiempo necesario para controlar mis emociones. De no ser por ella, me habría quedado oculta entre los autos...y seguiría ahí hasta el anochecer.
—Quiero que sepas que, a pesar de esto, sí quiero organizar una salida sólo contigo para hablar de todo.
Asentí a su explicación, pero él quería seguir profundizando. Con ese exterior, nadie se creería que sólo era la fachada de un manojo de ansiedad.
—Y si después quieres mantener la distancia conmigo y con Avril...
Negué rápido y dejé mi mano en su pecho esperando que eso lo calmara de alguna forma.
—No quiero eso—dije rápido—. O bueno, al menos no con Avril.
Reímos y yo me volteé a ver a las chicas intercambiando pajillas mientras Damian pedía la porción más grande de papas.
—Me agrada—susurró a mis espaldas—. Katherine. Parece una chica muy amable.
—No es mi novia—lo miré de reojo y suspiré—. Es mi ex, pero estoy en proceso de recuperarla. Quizás me venga bien algún consejo paternal en este momento.
—Sólo discúlpate—resolvió.
—¿Qué te hace pensar que yo arruiné las cosas?
—No importa. Sólo discúlpate—recibió el paquete y caminamos de regreso a la mesa—. Aunque no sepas qué diablos pasa, sólo discúlpate y...ofrécele chocolates.
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Caminos Separados (D&K2)
RomanceLa vida fuera del armario resultó ser miserable e inusualmente mágica para Katherine. Se ha unido más a su familia, está replanteando su futuro académico y, a muy duras penas, sobrevivió a su primer quiebre amoroso. O al menos eso intenta. Mientr...