Capítulo 26

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Wonwoo no era el único que la estaba pasando realmente mal en ese momento. En la oficina, Mingyu se estaba derrumbando en el sillón que tenía, estaba casi desnudo, tomando su miembro erecto y masturbándose mientras intentaba pensar en el cuerpo de su esposo, pero todo lo que lograba ver dentro de su imaginación, era a Wonwoo gimiendo.

Ese Omega lo estaba volviendo loco. Después de que Wonwoo huyó, cerró su oficina bajo seguro. Salir en ese momento era arriesgado. Ser un Alfa en celo, salir y oler los aromas de los Omegas, era como condenarse. No deseaba hacerles daño, pero sus instintos eran más fuertes. De algún modo, se las arreglaba para solo enfocarse en un solo Omega, en Wonwoo. Imaginando su piel desnuda, saboreando sus labios que pudo probar, escuchar sus gemidos, y volviendo a recordar la sensación de tocarlo. Deseaba buscarlo y tomarlo entre sus brazos para simplemente hacerlo suyo, pero su lado racional le decía que debía quedarse y no cometer ninguna estupidez.

¡Mingyu, abre la maldita puerta! —escuchó decir a Seungcheol del otro lado de la oficina—. ¡Abre de inmediato!

Pero Mingyu no tenía la suficiente coordinación para levantarse y abrir la puerta. Solo estaba en el sillón, acostado, moviendo su mano sobre su miembro y mordiendo su propio brazo para evitar que se escuchará sus gemidos, jadeos y gruñidos de placer.

El Alfa se alertó en cuanto escuchó la puerta ser abierta. Apartó su brazo de su boca y solo gritó para que se detuviera.

—¡Lárgate! —exclamó—. ¡No te atrevas a entrar Choi Seungcheol! —sabía que era él, pero Seungcheol no se atrevió a abrir la puerta, solo logró quitar el seguro de ella.

Odiaba ese maldito celo. No era como los otros, era mucho más intenso. Al principio era soportable, pero después de la intromisión del Omega en su oficina, todo se volvió un desastre. No controlaba sus movimientos, solo quería satisfacerse. Necesitaba a alguien con quién coger, pero no quería hacerlo con su esposo. No quería hacerlo con él pensando en alguien más.

Mingyu —escuchó decir a Seungcheol—. Sé que estás en celo, puedo olfatear tu aroma desde aquí. Mandé a traer supresores y le pedí a todos que se marcharan. En cuanto te tomes el maldito supresor, te llevaré a casa. ¿De acuerdo?

Mingyu no podía responder, solo asintió porque el maldito celo inhibe su capacidad para pensar correctamente. Solo cerró los ojos y se dejó llevar hasta el momento en que Seungcheol tuviera los supresores en la mano para tomar uno y de ese modo detener esa sensación.

Ese tipo de celo ya lo había sentido antes, era el mismo que tuvo cuando cumplió doce años. Cuando se dijo que Mingyu sería un Alfa. Era tan intenso y doloroso. Se sabía que el primer celo era así, pero ya han pasado más de veinte años cuando ocurrió aquello. ¿Qué demonios estaba pasando?

De alguna forma, Seungcheol se las ingenió para sacar a Mingyu de la oficina con ayuda de un par de Betas que eran confiables. Mingyu permanecía en el auto trasero de Seungcheol, mordiendo una toalla para controlar sus impulsos, mientras su amigo tenía un trapo cubriendo su nariz y boca, de ese modo evitar aspirar el aroma de Mingyu.

Era bien sabido que los Alfas no toleran el aroma intenso de otro Alfa, a menos que fueran familia cercana; pero Mingyu y Seungcheol solo eran amigos cercanos. Aquello sólo los ponía agresivos o sentirse amenazados por ello. Los Omegas podían soportar el aroma de otros Omegas.

Llegaron a casa de Mingyu después de un largo trayecto. Bajó del auto y ayudó a su amigo a que bajara, entraron a casa siendo recibidos por Jihoon, quien intuitivamente reaccionó al aroma de su esposo. Sabía que se encontraba en celo.

—¿Dónde dejo a Mingyu? —preguntó Seungcheol.

—En la habitación —pidió Jihoon. Ayudó a Seungcheol a llevar a Mingyu a la cama de la habitación para que se acostara. Seungcheol de inmediato se alejó—. Ya puedes irte —Jihoon obligó a Seungcheol a marcharse, dejándole en la puerta de la habitación. Jihoon se estaba controlando lo suficiente para no dejar una mala impresión a Seungcheol.

Ah! Love [1ra Parte Semicolon] - Omegaverse Donde viven las historias. Descúbrelo ahora