Capítulo 21

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Emil

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Emil

En el camino compré una cajetilla de cigarros, los cuales no he podido consumir porque encontré a mamá en casa.

Ahora mismo me está haciendo múltiples preguntas que no puedo ni tengo el ánimo de responder. La realidad es que algo dentro de mí se ha quebrado y no dejo de imaginar a Leah con una pancita junto a ese hombre.

—Emi... —Salgo del letargo cuando siento su mano en la mejilla—. Esa mujer no merece tus lágrimas.

Me espanto ante sus palabras y me pongo de pie para salir del cuarto. Las luces tenues que iluminan el balcón me dan la bienvenida. Me siento en un banquito y saco el encendedor y los cigarrillos del bolsillo de mis pantalones.

La lluvia que cae acentúa el ambiente, el frío no me molesta. Me quedo quieto, respirando con dificultad mientras las palabras de ese malnacido se reproducen en mi mente. Lo odio como nunca he odiado a nadie.

Y no es porque me denunció, sino por haber embarazado a la mujer que amo. 

Enciendo un cigarro y me lo pongo en los labios con dedos temblorosos. Le doy varias caladas, pero me detengo cuando empiezo a toser como un crío.

Me da asco, no es nada parecido a lo que recuerdo.

—¿Estás fumando, Emilian?

Mamá se acerca como un rayo y me quita el cigarro de manera salvaje. De ese mismo modo, lo tira por las rejas del balcón junto a la cajetilla.

—Un poco, nada más...

—¿Te volviste loco! No puedo creer que hayas echado a la basura todo el progreso que habías alcanzado por alguien que no te toma en cuenta.

—¡Cállate!

El sonido de un golpe resuena en el lugar.

—Perdóname, hijo.

No puedo emitir ningún sonido, soy incapaz incluso de moverme ante la realización de que mi madre me abofeteó.

—Nunca me pusiste un dedo encima cuando era niño...

—Emi, perdóname —me interrumpe al tiempo que se acerca, pero yo retrocedo—. Estoy desesperada, no tienes idea de todo el daño que te estás haciendo.

—¡Es mi maldita vida!

Doy pasos apresurados hacia la habitación y cierro la puerta con tanta fuerza que cruje.

La mejilla me arde y me la toco porque aún no puedo procesar que ella se atrevió a pegarme. Los recuerdos de mi niñez regresan, de los golpes que recibía del monstruo que me engendró y sus malos tratos.

El sonido del celular es el causante de que salga de esos pensamientos. Me cuesta caminar hacia la cama, que es donde yace el aparato, así que avanzo a pasos lentos.

Eres tú 2 © [Saga Tú: Libro 4] (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora