Capítulo 38

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Emil

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Emil

Abro la puerta de la camioneta, pero León evita que entre al volante y se sube él por mí. Deseo sacarlo a patadas, el problema es que no tengo fuerzas para luchar, así que me meto al copiloto.

Percibo los latidos en la cabeza, la vista se me ha nublado y una sensación incómoda se ha adueñado del estómago. No puedo parar de reproducir las palabras de Sebastian ni la vez que mi madre negó que estuvieran juntos.

Me mintió, fui un estúpido al creerle porque ella estaba muy enterada de lo que él hacía.

—¿A dónde quieres que te lleve?

—¡Largo de aquí, León! Necesito estar solo.

—No estás en condiciones de conducir, Emil.

Deseo gritarle todas las groserías que me sé, pero me recuesto del tablero y lloro como si fuese un crío. Me duele demasiado imaginar las risas de ese hombre con mi mamá, que estuviera al tanto de cada movimiento después de todo el daño que me hizo.

Ella no debió permitirlo, sabía cómo me sentía en torno a él y no le importó.

—Quiero aborrecer a mamá —digo con pesar en medio del llanto—, pero me es imposible y me odio por eso.

—Sentirte mal es válido, Emil —dice y me palmea la espalda—. Por lo menos tú tienes buenos recuerdos de ella.

Me limpio la cara y poso la mirada sobre él, quien se mantiene con los ojos fijos en algún punto.

—Ella eligió a ese hombre sobre mí...

—No —me interrumpe—. Nunca sabremos la versión de Mireya ni las razones que la llevaron a seguir con él.

—Para mí está claro, estaba enamorada hasta la médula de ese hijo de puta.

—Pasa tu duelo, hermano, ve a terapia e intenta sanar las heridas del pasado. Por otro lado, no tienes que aceptar a Sebastian en tu vida.

—Eso jamás —digo con voz dura—. No tiene ninguna justificación todo el daño que me hizo.

—Te apoyo.

—Me duele mucho lo de mi madre, León —confieso y las lágrimas hacen presencia de nuevo.

—Hay algo que solo Gala sabe. —Se queda en silencio por unos segundos—. Cuando pienso en la palabra «madre» la única que me viene a la mente es mi abuela.

—Me hubiese gustado conocerla, suena  a que fue una gran mujer.

—La mejor y la más amorosa —dice y parpadea varias veces—. Ella tomó el papel de Mireya cuando me abandonó.

La manera en la que habla es dolorosa. No puedo creer que se refiera a mamá, la mujer que movía cielo y tierra por mí.

—Lo lamento...

Eres tú 2 © [Saga Tú: Libro 4] (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora