Emil
—Anoche perdí el control y le grité a mi padre, lo herí con mis palabras —confiesa la chica al borde del llanto.
Cada uno de los presentes aportan algún consejo y opiniones.
—Me pasaba mucho —intervengo y ahora todos posan sus miradas sobre mí, incluso Leah que está a mi lado—. La ira me cegaba y decía cualquier tontería. La meditación me ha ayudado a controlar la ira, también he llegado a la conclusión de que la vida es muy corta.
»Un día nuestros seres queridos no estarán y desearemos devolver el tiempo para pedir perdón, decir esos «te amo» que faltaron y dar los abrazos que el orgullo no permitió.
El lugar se queda en silencio y siento la mano de Leah sobre la mía, está acariciándome con su pulgar.
—Excelente aporte, Emilian —dice Ada amable, después habla sobre lo expuesto por la joven.
Las horas avanzan entre charlas más amenas y anécdotas un tanto tristes.
Leah pone toda su atención, así como cada vez que venimos, y luego debatimos sobre ello en la casa. Es liberador para nosotros sacar este tiempo en pareja, nos apoyamos y nos ha ayudado a crecer.
Tomamos momentos espontáneos, ya sea de madrugada o a la hora del almuerzo, para hablar de lo que sentimos. No se trata siempre de cosas muy profundas, a veces son tonterías e ideas vagas. De cualquier manera, hemos logrado una buena comunicación.
Eso supone un gran paso debido a lo cerrado que éramos. Leah es mi soporte, amante, esposa y mejor amiga. Yo soy lo mismo para ella. No hay necesidad de decir nada en algunas situaciones porque los dos sabemos, a ciencia cierta, lo que pensamos y cómo debemos actuar.
—Gracias por haber venido, chicos. Nos vemos la otra semana.
Las palabras de Ada me sacan de mis pensamientos y me levanto al mismo tiempo que mi esposa. Las despedidas se extienden por media hora, después nos retiramos.
—¿Qué te apetece cenar? —le pregunto a Leah mientras abro la puerta del copiloto para ella.
—Busquemos al niño primero, tengo deseos de preparar algo en casa.
Me subo al volante y conduzco en medio de una charla sobre las últimas pruebas que Leah tiene que entregar en la universidad.
—¿Estás nerviosa?
—Sí, Emil. No puedo creer que me falte tan poco para graduarme. Siento que empecé ayer...
—El tiempo pasa volando —digo y ella asiente en acuerdo—. Elliot ha crecido bastante.
Nos quedamos en silencio, pero escucho su respiración agitada. Reconozco que el pasar de la vida es un tema tabú entre nosotros, pese a que mi salud está estable.
Llegamos a nuestra calle, bajo de la camioneta y le abro la puerta a Leah.
—Yo buscaré al bebé, espérame dentro.
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Eres tú 2 © [Saga Tú: Libro 4] (Completa)
RomanceDespués de una dolorosa ruptura, Leah y Emil toman caminos diferentes para rehacer sus vidas. Él debe enfrentarse a los demonios que quieren dominarlo mientras trata de enterrar los sentimientos, pero un reencuentro con ella pondrá en peligro su re...