Después de una dolorosa ruptura, Leah y Emil toman caminos diferentes para rehacer sus vidas.
Él debe enfrentarse a los demonios que quieren dominarlo mientras trata de enterrar los sentimientos, pero un reencuentro con ella pondrá en peligro su re...
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Leah
Entro a la habitación, agitada, mientras intento hacer los ejercicios para calmarme y no mandar todo a la mierda. Estoy agotada y con el corazón hecho pedazos. La mirada triste que me dio Emil antes de abandonar la casa de León y Gala no se me sale de la cabeza.
—¿Me estás escuchando? Necesito que me expliques tu comportamiento, Leah.
—Tú eres el que deberías darme una explicación, ¿qué es lo que te sucede?
Joan resopla en voz alta al tiempo que se cruza de brazos y me observa con hastío.
—No entiendo por qué ese tipo se está apareciendo en cada sitio cuando nunca había sabido nada de él.
Sus palabras me dejan muda porque no lo reconozco. Joan nunca me había tratado como lo ha hecho en las últimas semanas. De hecho, su madurez y sabiduría fueron las cosas que más llamaron mi atención.
—Los celos te han cegado —digo y él niega varias veces—. La única razón por la que permití que me trataras como lo hiciste fue porque no quería hacerte quedar mal.
—Sí, estoy celoso. Dime algo, Leah, ¿qué ha pasado entre ese hombre y tú?
—¿Qué...?
—¿Me fuiste infiel con ese muerto de hambre?
En un arrebato, le pego una cachetada tan fuerte que me arde la palma. El silencio nos arropa, así como la tensión densa que no me permite respirar con normalidad.
—¡No lo llames así!
—¿Me golpeaste por ese maldito? —inquiere, airado.
No sé qué decirle porque he cometido una estupidez, pero me molestó la manera tan despectiva en que se refirió a Emil.
—Sí, lo lamento.
—¿Crees que una simple excusa basta, Leah? ¿Qué sucedería si hago lo mismo?
Se acerca de una manera tan intimidante que retrocedo.
—Es mejor que terminemos, Joan.
Detiene su caminata y me mira como si no puede creer lo que está escuchando.
—¿Qué...?
—No puedo seguir con esto, lo siento.
—¿Vas a echar todo a la basura por ese tipo?
—No estoy rompiendo contigo por él, sino porque me he dado cuenta de que no siento lo mismo que tú.
Una risita burlesca es su respuesta, y me mira con tanto odio que duele.
—¿Así que solo estuviste conmigo por mi dinero? Te aprovechaste de mis sentimientos.