Capítulo 42

1.6K 204 50
                                    

Especial de la graduación de Gala

—Buenos días, Sirenita.

León entra a la habitación con una bandeja en manos, acompañado de Lili y Gael. Deja el desayuno encima de la mesita de noche a la par que los niños se abalanzan sobre mí.

—¡Feliz cumpleaños, mami! —grita mi hija mientras me abraza.

—No es su cumple, Lili —aclara León entre risas.

—¿No? —Niego a la vez que le paso las manos por las hebras rojizas indomables.

Gael se sube encima de mí y empieza a saltar y aplaudir. Él no sabe qué está pasando, pero eso no impide que celebre.

—Hoy mami se gradúa de médico —explica mi esposo—. Y es un día muy especial porque ella ha luchado con uñas y dientes para conseguirlo —finaliza sin despegar sus ojos de los míos.

Sus palabras me dan ganas de llorar. Él ha sido testigo de todo el esfuerzo que he puesto en esta carrera. Fueron muchos años de tropiezos, altibajos. Les he robado tiempo a León, a mis hijos.

—Muchas gracias, amor —digo con la voz entrecortada—. Lili, también a ti y a Gael.

León carga al niño y me da un beso en los labios.

Se acomoda a un lado de la cama y desayunamos juntos entre las charlas interminables de mi hija.

Al rato León se lleva a los niños para que me arregle, después me uno a ellos que ya se encuentran listos.

La graduación se llevará a cabo en el recinto de la universidad, pero nosotros celebraremos en la casa con amigos y familiares más tarde. Por tal razón, Leah ya se encuentra preparando el patio.

—Muchas felicidades —dice cuando salgo a saludarla—. No deberías estar aquí, ¿no se te hace tarde?

Miro a mi amiga con los ojos llorosos, es increíble lo serio que se toma todo.

—Gracias por apoyarme, Leah. Me hubiese gustado tenerte allá conmigo.

—No te preocupes, espero que León te tome muchas fotos.

Nos abrazamos con fuerza por unos segundos.

—Gala, no llores.

Me alejo mientras me limpio las mejillas con cuidado.

—Es que... no puedo creer que ya llegó el día.

Leah me observa con ternura y sé que está conteniendo las lágrimas. La conozco.

—Te lo mereces más que nadie en el mundo.

—Debemos irnos —informa León a mis espaldas.

Nos despedimos de Leah antes de retirarnos con los niños.

La universidad solo nos facilitó dos invitaciones, así que una es para León y la otra se la di a mi madre. Mis hijos no lo necesitan.

Los nervios atacan un poco más mientras nos acercamos al lugar, estoy que sudo las manos y el corazón me late desenfrenado.

Una vez llegamos, me uno a mis demás compañeros. Debemos agotar una serie de itinerarios antes de la ceremonia.

Desde donde estoy puedo ver a mi familia. León me señala para que la niña me distinga. Mamá también está aquí, de pie, aplaudiendo.

Poco a poco van pasando todos los graduandos. El tiempo se detiene cuando llaman mi nombre, pero no es algo común, sino una mención especial.

Yo, Gala Santiago, me he graduado de médico con honores.

**

Leah se esmeró con la fiesta y ahora hay una rumba a todo dar en el patio de mi casa. A pesar de que tengo pocos amigos, los regalos han sido abundantes y he llorado un montón por todas las muestras de afecto.

Las felicitaciones se han acompañado de anécdotas y lo que sienten por mí. Es un momento muy emotivo, pero no tanto como el pequeño discurso que dieron mis padres.

Escuchar de sus bocas lo orgullosos que se siente, es una de las mejores cosas que me ha sucedido.

Leah y yo estamos bailando en medio de risas y gritos. Mi amiga es otra que no puede esconder lo feliz que se encuentra por este logro.

—¿Puedo robarme a mi esposa por un momento? —pregunta León y ella asiente.

Él me agarra de la mano, después me conduce hacia la casa. La música se escucha muy bajita mientras nos alejamos hasta que no se oye nada cuando entramos a nuestra habitación.

Los arreglos de tulipanes regados por todo el piso provocan que abra los ojos. Son hermosos.

—Sé que ya te lo dije, Sirenita, pero muchas felicidades por este gran logro. No sabes cuán orgulloso estoy de ti.

—León...

Hago silencio cuando me atrapa las mejillas y me mira directo a los ojos con tanta intensidad.

—Eres la mujer más inteligente y hermosa que he conocido en mi vida. No sabes lo afortunado que me siento de tenerte a mi lado.

Es inevitable, las lágrimas bajan por mis mejillas y me es imposible decir algo coherente. Tantas emociones juntas me han nublado la razón.

León se mueve hacia el armario y saca algo que guarda detrás de su espalda.

—Te tengo otro regalo.

—¿Más? —pregunto, emocionada.

Su sonrisa se ensancha al momento en que extiende su mano y descubre una cajita en forma de birrete.

Imagino qué es, aunque espero su próximo movimiento. Como si me hubiese leído la mente, León la abre y vislumbro un anillo de graduación, precioso, con una piedra enorme dorada.

No sé cómo reaccionar, solo me cubro la cara en medio del llanto excesivo.

—No llores, Sirenita.

—Es que esto es demasiado.

Él me quita las manos del rostro y me pone el aro en el dedo anular derecho.

—Te queda perfecto, mi doctora.

—Muchas gracias, doctor —lo imito con una sonrisa tonta en los labios.

—Pero no para los animales —repite lo que dije hace muchos años.

Me quedo paralizada ante sus palabras, incrédula de que haya recordado la tontería que solté cuando apenas nos habíamos conocido.

Una serie de memorias vienen a mi mente, todo lo que pasamos hasta llegar a este momento.

El abrazo de León me regresa al aquí y ahora.

—Valió cada maldito instante, Sirenita —susurra en mi oreja como si los dos hubiésemos pensado lo mismo.

Me separo un poco de él y le beso los labios. Me corresponde, atrapa mi cara entre sus manos y lo profundiza.

La plenitud que siento es indescriptible, y sí, todo el sufrimiento del pasado no se compara con la felicidad que sentimos ahora.

«Valió cada maldito instante», repito en mis adentros.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Eres tú 2 © [Saga Tú: Libro 4] (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora