Emil
—¿A qué le tienes miedo, Emilian?
Sopesé la pregunta que me había hecho la psicóloga, pero no le respondí. Sin embargo, esas palabras se reprodujeron en mi cabeza todo el día. Podía enumerar mis temores, y cada uno de ellos estaban ligados al hombre que me engendró.
Después de que crecí, esos miedos se transformaron. A pesar de que aparentaba que disfrutaba estar apartado de la gente, me aterraba la soledad. El problema fue que nadie se había interesado lo suficiente como para conocer quien en realidad era y se quedara a mi lado.
Por eso tuve que cerrarme de una manera drástica, escondía mis verdaderos sentimientos y me presentaba ante todos como si nada me importara. Con el paso del tiempo, enmascarar mi verdadero yo se hizo tan fácil que ya no hacía el mínimo esfuerzo, me salía natural. El círculo de amigos se redujo considerablemente, no tenía novia ni tomaba a ninguna chica en serio.
«Eres muy guapo, pero tu comportamiento deja mucho que desear», había dicho una con la que intenté salir. Después de eso, desapareció para siempre.
Y así sucedió con otras, incluso con Leah.
Ahora, repasando nuestra historia y todo lo que he atravesado en los últimos años, puedo asegurar que mi mayor miedo es la muerte. Se llevó a mi mamá a destiempo y de una forma tan desgarradora que a veces creo que fue una pesadilla.
Confieso que la negación, en algunas ocasiones, me ha dado falsas esperanzas.
Me aterra morir.
Es desesperante y frustrante el hecho de que en cualquier momento la enfermedad se puede complicar y acabe conmigo. Quiero conocer a mi hijo, verlo crecer junto a Leah, celebrar sus cumpleaños, enseñarle todo lo que sé. Deseo ser el mejor padre...
Las risas cantarinas de Leah me sacan de mis pensamientos. Poso los ojos sobre ella, quien corretea a la orilla de la playa junto a Lola, una perrita preñada que vive por los alrededores.
Ellas tuvieron una conexión desde que se conocieron, quizás porque las dos están en la dulce espera.
Me limpio las mejillas cuando la veo caminar hacia aquí.
—Qué bonito —halaga al momento en que se sienta a mi lado.
Agarra unos de los lienzos y lo examina.
—Gracias, amor, tú me inspiras.
Leah me mira y me pierdo en sus bellos orbes. Esta escapada le ha sentado tan bien que percibo que su rostro se ha iluminado. Es la mujer más hermosa, en todos los sentidos, que he visto en mi vida.
Me sorprende con un beso en los labios, al mismo tiempo que me toca la mejilla con su palma. Le pongo la mía encima, anillo con anillo.
El ladrido de Lola provoca que nos separemos un poco.
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Eres tú 2 © [Saga Tú: Libro 4] (Completa)
RomanceDespués de una dolorosa ruptura, Leah y Emil toman caminos diferentes para rehacer sus vidas. Él debe enfrentarse a los demonios que quieren dominarlo mientras trata de enterrar los sentimientos, pero un reencuentro con ella pondrá en peligro su re...