Capítulo 6

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Emil

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Emil

Dejé de ver a mi padre a los dieciséis años, luego de que le gritara a mamá lo que él había hecho conmigo. Como era de esperarse, fue un duro golpe para ella y se sentía culpable por no haber impedido las cosas que pasaron.

Fue horrible porque ya me miraba con otros ojos y trataba de cuidarme más de la cuenta. No entendía que ya el daño estaba hecho, que yo era un maldito adicto con un comportamiento de mierda.

Terminé la secundaria a los diecisiete, e inmediatamente me inscribí en la universidad. No lo hice por mí, sino porque sentía que se lo debía. A pesar de mi timidez, salía casi todas las noches a embriagarme.

Cometí cientos de locuras, muchas de ellas involucraban a mi mamá y tenía que gastar dinero por los daños que causaba. Era un pendejo, bueno, aún lo soy. El punto es que hice muchas cosas de las que no me siento orgulloso ahora.

No era bueno con las chicas; de hecho, tuve mi primera experiencia sexual a los diecinueve años con una compañera de clase. Fue lo más cercano a una novia que tuve, pero no funcionó porque ella tuvo que irse a otra universidad.

No me importó tanto, total, estaba acostumbrado a que la gente se alejara. Siempre sucedía, y ahora entiendo que, en su mayoría, el culpable era yo. No hacía lazos con nadie ni me mostraba tal como era. En mis momentos más oscuros me desaparecía de los demás, pero lo hacía porque sentía que podía ser una carga.

Otra de las razones era que temía dañar a las personas que me importaban. Pasó lo contrario con la chica que amo, arruiné nuestra relación y la perdí para siempre.

***

Odio las mudanzas. Me estresa el desastre que debo organizar, y el hecho de que aparecen cosas que creí no tenía. Bueno, algunos hallazgos no son malos, aunque en su mayoría sí.

No soy un hombre muy ordenado, por lo tanto, sé que tardaré meses para terminar de arreglar algunos rincones. Sumándole a eso las compras que siempre hay que hacer. No, no sirvo para esto.

Camino entre las tiendas de la plaza en busca de algunas mantas y almohadas. La pieza que renté salió económica, el inconveniente es que no está amueblada. Así que he tenido que comprar las cosas más importantes para poder sobrevivir.

A pesar de todo eso, me siento tranquilo. Puedo hacer lo que quiera y llegar a la hora que se me dé la gana sin tener que darle explicaciones a nadie. No tengo quejas por lo desorganizado que soy, tampoco debo fingir mis estados de ánimo para no preocupar a los demás.

Puede sonar ridículo, pero es la primera vez que me siento un adulto funcional. Necesitaba esto, seguir por mi propia cuenta. Ada está haciendo un trabajo increíble, nunca pensé que podría liberar mis demonios de la manera en que lo he estado haciendo.

Me detengo de repente al vislumbrar una tienda de juguetes. Pienso en Lili, su cumpleaños es en dos días y aún no he comprado un regalo para ella.

Estoy tentado a no ir.

Eres tú 2 © [Saga Tú: Libro 4] (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora