Capítulo 30

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Emil

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Emil

El sudor se escurre de mi frente y boqueo por aire mientras doy las últimas embestidas en su interior. Los gemidos de Leah adelantan el orgasmo y me tumbo a su lado.

Nos abrazamos, a pesar de que aún nuestras respiraciones se encuentran agitadas. Su cuerpo tiembla y percibo ese aroma maravilloso que desprende cuando hacemos el amor.

Le acaricio la espalda, después llevo la mano hacia su pancita y la toco con suavidad.

—¿Fui brusco, amor?

Un sonidito de negación es su respuesta. Ella se acomoda casi encima de mí y me doy cuenta de que se está quedando dormida. Respira con pausa ahora y su agarre se ha aflojado.

El silencio da paso a que mi mente empiece a torturarme. Las memorias de mamá se hacen presentes, así como los últimos días que pasamos juntos. Me duele que no vaya a conocer a mi hijo, porque sé que era uno de sus sueños.

No estoy seguro de si le dije los «te amo» suficientes, o de si ella sabía cuánto significaba para mí.

El dolor se abre paso en mi interior, la garganta se me cierra y los ojos se me llenan de lágrimas. Con cuidado de no despertarla, dejo a Leah sobre la almohada y me levanto.

Me pongo un pantalón de pijama, luego salgo del cuarto y me dirijo hacia el balcón. Las estrellas brillan con mucha intensidad esta noche, así que me quedo con la vista al cielo. ¿Será cierto que cada una de ellas es un ser querido que ha muerto?

Estoy convencido de que no, pero en este momento quiero creer que mi madre permanece allí para cuidarme. Tal como siempre lo había hecho.

—¿Estás bien?

La voz de Leah es la causa de que baje la mirada y la pose sobre ella. Un camisón grande es lo que cubre su desnudez, está descalza y el pelo hecho un lío.

—Sí, amor —respondo a la par que avanza hacia donde estoy y me abraza. Le dejo un beso en la frente—. Ve a dormir.

—El bebé y yo necesitamos la comodidad y el calor de tu pecho.

—Debes descansar, Leah...

—Tú también —me interrumpe.

No me queda de otra que asentir, porque tiene razón. Mañana es que nos iremos de paseo por unos días y saldremos muy temprano.

Me encargué de buscar un sitio como queríamos. Es un pueblo pequeño con mucha vegetación y personas amables. Fue fácil rentar una habitación tipo cabaña. Leah solo vio las fotos, pero no le hace justicia al lugar que destaca por sus hermosos paisajes.

Un carraspeo de su parte me llama la atención y me dejo llevar cuando hace ademán para que me siente.

—¿Sucede algo? —pregunto una vez ella se sienta sobre mis piernas.

Eres tú 2 © [Saga Tú: Libro 4] (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora