Capítulo 23

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Leah

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Leah

—Te ruego que te alejes de Emil.

Sus palabras me han dejado boquiabierta, es algo que no me esperaba.

—Señora...

—Por favor, no quiero perder a mi hijo.

El dolor que se refleja en sus ojos me dejan helada, ella está convencida de que le haré daño. No encuentro la manera de rebatir lo que ha dicho.

—Déjame contarte algo —continúa mientras se sienta en el mismo sofá. Retrocedo por instinto—. Él se estaba recuperando de a poco, a pesar de que tuvo unos momentos muy duros. El tratamiento ha respondido bien, pero hoy fumó después de varios meses limpio.

Puedo percibir la angustia y desesperación en su voz.

—No sabía que él tuvo una recaída —me defiendo, aunque estoy segura de que no vale de nada.

—No tienes idea de lo mucho que él ha sufrido después de que lo dejaste —reprocha, haciendo gestos exagerados con las mano—. Estaba mejorando, incluso decidió ir a terapia hasta que entraste a su vida de nuevo.

Deseo decirle que yo también lo he pasado mal, que mis días eran un infierno y que sobrevivía porque no me quedaba de otra.

—Tú no eres buena para él —replica ante mi silencio—. No lo dejas crecer, lo utilizas...

—No, señora —la interrumpo porque no puedo permitir que me siga echando la culpa de todo—. Lo siento, pero Emil es un hombre y es capaz de tomar sus propias decisiones.

—Tú sabes que no es el caso, mi hijo ha sido agredido y encerrado en una cárcel como un delincuente por tu culpa. Se ha metido en líos que no le competen por ti.

Un nudo asfixiante se ha instalado en mi garganta, los ojos se me nublan y me duele la cabeza. No puedo negar que ella tiene razón, en parte. Emil se ha involucrado en problemas muy serios por querer ayudarme.

—Él merece a una mujer que le sume, que le brinde paz, que lo inspire a seguir adelante. Piensa en esto Leah, ¿qué has aportado en la vida de Emil? Solo incertidumbre, llantos y situaciones caóticas.

—Yo lo amo...

—Eso no es suficiente —interrumpe casi gritando—. Nunca me he metido en las relaciones de mis hijos, pero no me puedo quedar de brazos cruzados porque se trata de la salud de mi pequeño. Aléjate de Emilian, por favor. Desaparece de su vida para siempre, tengo miedo de que mi hijo se muera.

Las lágrimas bajan por mis mejillas ante sus palabras cargadas de dolor. Ella está convencida de que le haré daño.

—No es tan fácil —digo en medio del llanto.

—Hablé con la psicóloga que lo está tratando y mencionó que tiene la sospecha de que Emil ha desarrollado una dependencia hacia ti. Yo considero que es cierto, sus estados de ánimos varían de acuerdo con lo que suceda contigo.

Eres tú 2 © [Saga Tú: Libro 4] (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora