Capítulo 26

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Leah

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Leah

El juicio de Emil se postergó, supuestamente por problemas de salud de parte de Joan. Emil se ha tranquilizado un poco por esto; no obstante, a mí me parece muy raro.

Yo me lo he pasado en cama desde que salí del hospital. Emil, a pesar de que tiene mucho trabajo, se ha encargado de que no haga nada. Asimismo, Gala ha estado llevando las riendas de la tienda.

Ella me hizo firmar la carta de cancelación de mi asistente y la despidió ayer. Tuvo las agallas que a mí me faltaron, y fue lo mejor porque me dijo que Ana le armó un escándalo. No quiero pensar en eso, pero estoy segura de que fue a donde Joan a quejarse.

Me acomodo mejor y agarro la almohada de Emil. Huele a él, ese aroma refrescante y varonil que tanto me gusta. No sé qué hora es, pues retiré todas las alarmas del teléfono ni me he molestado en verificarlo desde que me desperté.

—¿Leah? —La señora Mireya asoma la cabeza, después entra por completo cuando me ve despierta—. Te traje el desayuno.

Deja la pequeña bandeja encima de la cama.

—Muchas gracias, aunque no era necesario.

—Estoy aquí porque Emil me llamó y pidió que viniera a verte.

Asiento a lo que ha dicho, desviando la cara. No hemos hablado de lo que pasó, por lo que hay mucha tensión entre nosotras.

—Él exagera...

—No es así, chica —me interrumpe—. Tu estado es delicado. No es prudente que te quedes sola por tanto tiempo, y él no podía quedarse.

—Gracias.

Me siento y ella aprovecha para arreglarme la almohada, luego me pasa la bandeja. El olor del pan tostado me hace salivar.

Pruebo el jugo bajo su atenta mirada, después la retira y empieza a recoger la habitación. Deseo decirle que no porque me siento incómoda con ella aquí, pero debo ser tolerante por el bien de todos.

Mientras desayuno, reviso el teléfono y contesto algunos correos. Me sorprenden unos mensajes de un número desconocido. No los abro porque tengo la ligera sospecha de quién podría ser.

Dejo de lado el aparato y me levanto de la cama ante las inmensas ganas de orinar. Apresurada, entro al baño y vacío mi vejiga en el inodoro. Me tomo todo el tiempo del mundo en ducharme, ya que no tengo ánimos de salir con mi suegra en casa.

Deseo que eso cambie, pero no estoy segura de que pueda verla de otra manera. Su presencia no me gusta, aun si está aquí para ayudarme. Total, solo lo hace porque su hijo se lo pidió y no porque yo sea de su agrado.

Salgo del baño renovada, no he vomitado y eso es una buena señal. La señora Mireya no se encuentra en la habitación, así que me visto tranquila con algo cómodo.

Eres tú 2 © [Saga Tú: Libro 4] (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora