Sin Tecnologías

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Hoy día estamos rodeados de tecnología por todos lados, siendo el WiFi, uno de los mejores inventos que no pueden faltar en ninguna casa.

Aunque la tecnología sea el mejor invento del hombre, hay que admitir que no podemos pasar un día sin ella...

Estaba sentado en el sofá, cuando escuché saltar los plomos, no le dí importancia hasta que mis hijas desesperadas entraron al salón para quejarse del Internet. Me pareció curioso que lo único que les preocupaba fuera eso, dándome cuenta de que en el siglo XXI, ese es uno de los peores problemas.

―Yo tengo que entregar un trabajo. ―dijo Paula.

―Bueno, no pasa nada, pronto se arreglará. ―respondí.

―Sin Internet nos vamos a morir, lo necesitamos para todo hoy día, es tan necesario como el aire. ―comentó Elsa sin respirar.

―Vamos tampoco es para tanto, cuando tenía vuestra edad no estaba tan avanzado, y se podía sobrevivir.

―Pero en tu época había dinosaurios. ―enunció Ariadna.

―Hija, tampoco soy tan mayor. ―respondí algo indigando.

―Bueno tienes más de cincuenta. ―agregó Sara.

―Vamos subiendo... Eso me gusta. ―dije con sarcasmo―Todavía es pronto, no nos pongamos nerviosos.

En aquel momento mi mujer no estaba, puesto que había ido a la ciudad a hacer unas cosas. Mis hijas mientras tanto estaban tranquilas, y demasiado para ser ellas, pero no me empecé a preocupar hasta que Angie llegó.

Mi mujer entró al salón donde me encontraba.

―Me ha dicho Rosa que no hay luz en la calle y por lo menos hasta dentro de 24 horas no lo arreglarán.

―¿¡24 horas!? 

―Sí para ti es un problema imagínate yo, tengo que hacer muchas cosas con el ordenador y entregarlas pero no puedo...

―Bueno no te preocupes pasará rápido, y si no, en los momentos difíciles siempre crecemos. ―bromeé.

―¿Dónde estás que no han bajado? ―respondió sin dejar de sonreír.

―Están en sus habitaciones.

―¿Nuestras hijas? ¿tranquilas? ―asentí con la cabeza― ¿Seguro?

―Sí. ―afirmé― De casa no han salido, te lo prometo. Pero... Ahora que lo dices... Es raro.

Fuimos a la habitación de las mellizas, que era donde siempre solían reunirse todas juntas, y ahí estaban... En el suelo, todos enganchados con algún aparato.

Habían cogido todas las regletas que teníamos en casa para poder tener enchufes donde poder conectarlo todo.

―¿De dónde habéis...? ―pregunté.

―Papá, por favor... ―contestó Sara mostrando su mano con electricidad en ella.

Poco más tarde, una de las regletas comenzó a arder, y en segundos se fueron sumando las demás.

Fueron unos minutos de estrés pero nadie salió herido ni hubo ningún daño... Angie se encargó de apagar el fuego, utilizando el mismo, para crear un monstruo y hacerlo desaparecer.

―Lo siento, me desconcentré.

―¿Te desconcentraste?―dijo molesta― ¡Se acabó!  Podremos sobrevivir sin luz, antes no había tantos medios como los hay ahora y no ha pasado nada...

―Creo que ahora entiendo porque la tasa de natalidad era tan alta. ―comentó Paula.

―Nosotros tenemos internet, y tenemos un equipo de fútbol. ―respondí.

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