El Pasado de Angie

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Muchas preguntas sin respuesta rodeaban el pasado de Angie. Desde que Susana y Jordi la adoptaron, siempre hubo algo en ella que resultaba... peculiar.

Sabemos que tiene poderes, pero incluso antes de descubrirlo, ya había algo en su historia que no encajaba del todo. El día en que la adoptaron, la mujer de aquella casa les dijo con solemnidad, "Ella es peculiar, debéis protegerla."  Y Susana y Jordi se tomaron esas palabras al pie de la letra. Tal vez por eso no se sorprendieron cuando los poderes de Angie comenzaron a manifestarse... O al menos, así lo entiendo yo.

Pero las incógnitas no terminaban ahí. A medida que pasaban los años, las preguntas solo se volvían más relevantes, más misteriosas. No sabían su verdadero apellido, ni quiénes eran sus padres biológicos. Era como si alguien hubiera querido borrar su pasado por completo...

Mientras Angie hablaba por teléfono con sus padres, que acababan de llegar a Francia, yo me quedé en el salón con Ariadna, intentando que hiciera sus deberes.

Llevábamos un buen rato, no porque tuviera mucha tarea, sino porque Ariadna se distraía con cualquier cosa. Y aunque intenté tener paciencia—porque eso es más cosa de Angie—, la falta de concentración de mi hija estaba comenzando a sacarme de quicio. Cinco minutos seguidos. Solo pedía cinco minutos seguidos. Y pensar que yo siempre he sido igual...

—Ari, por favor, siéntate y sigamos. —Le pedí con tono firme.

Entonces Elsa, que había estado escuchando, intervino con curiosidad:

—¿Por qué Angie llama mamá y papá a Susana y Jordi? —preguntó—. Es adoptada. Tenía otra familia antes del accidente. Es como si ahora te dijera "papá". Sonaría raro, porque tú no eres mi padre.

—A mí no me importaría. —respondí sin pensarlo.

—Tú no eres mi padre. —remató con frialdad.

No voy a mentir: dolió.

Respiré hondo y continué con calma:

—Angie les dice papá y mamá porque fueron quienes la criaron.

—Pero no son sus padres de verdad. Jean lo es. No tiene sentido.

—Depende de cómo lo veas... Sus padres murieron. Susana y Jordi son lo único que le queda.

Elsa me miró con expresión neutra antes de soltar:

—Yo no tengo padre. Y mi madre... como si no estuviera. Pero ellos son mis padres porque nací de ellos. No tiene sentido.

—Ser padre no es solo engendrar un hijo —dije—. También es saber cuidarlo, estar ahí...

Hice una pausa al ver a Ariadna coloreando distraídamente en su cuaderno.

—...Y lograr que haga las multiplicaciones de una vez. —añadí, ya con fastidio.

Elsa se quedó unos segundos en silencio, procesando la información. Luego, sin más, se dio la vuelta y se fue sin despedirse.

Quién no la conociera podría pensar que es arrogante o demasiado seca. Pero no es eso. Elsa simplemente no muestra emociones con facilidad. Hay que acostumbrarse, porque por mucha terapia que reciba, eso no va a cambiar.

Ariadna seguía sin hacerme caso, pero bastó con que Angie saliera de la cocina y se acercara a nosotros para que, de repente, terminara tres multiplicaciones en menos de un minuto.

Me quedé asombrado con lo que acababa de ver. Angie ni siquiera prestó atención, pero su sola presencia bastaba para que en casa le tuviéramos un cierto respeto.

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