El pasado no desaparece, le gusta esconderse en la música, en las calles, en los sueños y... En los recuerdos...
Aquellos días fueron extraños, porque recordábamos a cada instante lo que habíamos vivido hacía algunos años atrás, antes de que Mía naciera... El perder a un pequeño ser, que aún ni siquiera habíamos llegado a conocer.
No supimos si era niña o niña, pero su nombre fue "Ángel", porque se convirtió en uno.
Me es imposible recordar el momento exacto, y me cuesta enfocar con claridad aquello, tal vez, mi cerebro quiso borrarlo para evitar el sufrimiento... Algo que también agradezco que ocurriera con mis hijas.
Lo poco que consigo visualizar, es que había sido una época mala, de fuertes discusiones entre mi mujer y yo, por culpa de la rivalidad entre clases sociales, que nuestros padres eran incapaces de asimilar... Discusiones, que llegaron a un nivel que íbamos a divorciarnos.
Nos sentíamos como la familia Capuleto y Montesco, aquella historia en la que los amantes de Verona, Romeo y Julieta, se enamoran y acaban en un trágico desenlace.
Pero un día, simplemente pasó... Discutimos tanto que nuestras hijas se fueron a casa de unos vecinos, porque nuestros gritos eran insoportables, al igual que la enorme tensión que se respiraba.
Hubo un momento en que paramos de gritar, y nos miramos a los ojos... Aún seguía habiendo rabia entre ella y yo, pero fue digno de película. Ella se abalanzó sobre mí y nos besamos hasta acabar tirados sobre la cama...
Fuimos a recoger a las tres pequeñas, pero aún creíamos que el divorcio era lo mejor, a pesar de lo mucho que nos queríamos.
Semanas después, estábamos a punto de tomar la decisión definitiva, sin embargo, antes de que pudiera decir una palabra, ella me dio la noticia de que un bebé estaba en camino.
No quise dejarla sola, y ni mucho menos con tres niñas y embarazada... Los cuatro eran míos y tenía que asumir mis responsabilidades como padre.
Los nubarrones se fueron alejando y conseguimos ver el sol, aunque por desgracia, eso solo duró tres meses.
Ella me despertó una noche con un fuerte dolor en la parte baja del vientre y fuimos lo más rápido que pudimos al hospital, pero ya era demasiado tarde, ya no estaba con nosotros...
A ella se la llevaron a quirófano a hacerle un legrado, en cambio, a nuestras hijas y a mí nos llevaron a habitaciones separadas, para confirmar que yo no había sido el causante de que Angie perdiera al bebé.
De hecho, no me creían, y no lo hicieron hasta que aquella Ariadna de tres años, comenzó a llorar diciendo que su papá no era malo y quería mucho a su mamá.
Susana y Jordi vinieron lo más rápido que pudieron en avión desde Barcelona, y se llevaron a las niñas a nuestra casa.
Cuando vi a mi mujer después de aquello, no podía reconocerla... Ella a pesar de tener un pronto serio, siempre solía tener una sonrisa.
Ella me abrazó en cuanto llegué a su lado, y unos momentos después llegó un médico a contarnos, y sus palabras textuales fueron las siguientes: "La buena noticia es que venía con una mala formación, y la mala, que era incompatible con la vida."
Mi mujer y yo nos quedamos sin palabras, y la buena noticia nos pareció a ambos que muy buena no era.
Lo que sí nos abrió una puerta, fue cuando nos dijeron que mi mujer estaba bien, y que si queríamos podíamos volver a intentarlo.
Al principio no teníamos ganas ni de eso, pero... Mía llegó un año después.
Quizá, por aquel vacío que Ángel nos había dejado, aunque realmente fue porque se nos rompió...
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Nuestras Aventuras
FantasyDesde pequeño siempre tuve una vida diferente a cualquier otra, pero no como cuando conocí a mi mujer... Era feliz, no digo lo contrario, pero tuve que intentar adaptarme a muchas cosas, porque desde aquel día, dejé de ser una persona normal... Y...