Sara tuvo un partido de fútbol del que tenía que ir a la otra punta de la ciudad.
Íbamos en el coche, y me sorprendió como mi mujer estaba en absoluto silencio con sus gafas de sol puestas, mirando por la ventana del copiloto.
Ella no se quejaba del ruido que tenían montado en los asientos de atrás nuestras hijas... Que sí una le estaba pegando patadas al asiento, que si la otra se quejaba de que quería el iPad de Angie que tenía Sara, o la peor de todas, quejarse por la música que sonaba en el coche.
-Adrián: ¿No les piensas decir nada?
-Angie: Dices que quieres ser tú el que manda... (Respondió sarcástica)
-Adrián: Sí, pero no me hacen caso.
-Angie: ¡Callaros de una vez! (Ordenó)
Se hizo el silencio, pero Angie en ningún momento apartó la vista de la ventana...
-Adrián: ¿Te pasa algo?
-Angie: Pues sí, que conduces fatal...
-Adrián: No conduzco mal, no es mi culpa cómo está la carretera.
-Angie: ¿Y tampoco qué vaya el coche haciendo zigzag? (Respondió molesta)
-Adrián: Si te quejas, quéjate a la red de tráfico, no a mí.
Sentados en las gradas veíamos el juego, Angie comía nubes de chuche, ella amaba todo lo que tuviera azúcar y contra más empalagoso era más le gustaba, en cambio, yo era al contrario, amaba el chocolate, pero prefería el sabor salado mil veces.
-(...): ¿Cuál de ellos es tu hijo?
-Angie: La única chica que hay en el equipo azul.
-(...): ¿Y no te da cosita, que juega la niña?
-Angie: Pues no, a ella le gusta... Y a mí me hace feliz, que lo esté.
-(...): Sí, pero las niñas son más delicadas, más tiernas, más tranquilas...
Mi mujer miró a la pequeña que no dejaba de dar saltos con mis manos, luego miró a Ariadna que insultó a Paula por haberla molestado, y finalmente, el balón del partido llegó a donde estábamos nosotros debido a una patada de Sara.
Eso de que las niñas son más delicadas, es un mito. La única en mi familia, que se libraba de ser salvaje era Paula. Ella era una princesa, nunca olvidemos eso.
El partido duraba prácticamente todo el día. No era aficionado al fútbol, pero me gustaba jugar con mis hijos en el jardín, y verlo cuando Sara estaba en él.
Ya había acabado la primera fase del partido, y se hizo la hora de comer...
Sara no comió con nosotros, ya que lo hizo con su compañeros en una mesa aparte, en la que la gestionaba la empresa del equipo.
Ella se llevaba muy bien con todos ellos, algo que era sorprendente, ya que como Angie le dijo a aquella mujer, Sara era la única chica.
Estábamos evolucionando, ya que ver a una chica jugar a fútbol o un niño bailar, lo empezábamos a ver con normalidad.
Mía estaba creciendo a la velocidad de la luz, y aunque aún no hablaba con demasiado fluidez, se la entendía mucho mejor, también dejaba respirar a su madre algo más, pero lo mejor fue que por fin llegó el momento de su peculiaridad.
Mi mujer y yo habíamos hablado del tema, pero hasta el momento solo había sido una micro conversación que había quedado en el aire, sin darle algún tipo de importancia.
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Nuestras Aventuras
FantasíaDesde pequeño siempre tuve una vida diferente a cualquier otra, pero no como cuando conocí a mi mujer... Era feliz, no digo lo contrario, pero tuve que intentar adaptarme a muchas cosas, porque desde aquel día, dejé de ser una persona normal... Y...