Hay que contar las cosas que el dinero no puede comprar..

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Empezar el día es algo que hacemos inconscientemente, nos despertamos, nos vestimos, tomamos el café, (o en mi caso el ColaCao), los niños... Una rutina casi siempre igual...

Angie no se había tomado mucho en serio aquello de arreglarse ese día, no porque se encontrara mal o algo parecido, si no porque según dice ella... Era uno de esos días en los que no había ganas de nada, aquellos en los que a duras penas te pones un vaquero y una camiseta cómoda, eso sí, mi mujer siempre en tacón, más bajo, pero en tacón.

Ella no tenía ni un solo zapato de menos de cinco centímetros, en su armario...

Mi mujer se fue al colegio con las niñas, y como no entraba hasta después de comer, aproveché la mañana para ir al gimnasio. 

Siempre me gustó estar en buena forma, y me hacía liberar esa energía que me corrompía a menudo. 

Angie me dijo que no dejara de hacer deporte, porque era beneficioso para mí, en el aspecto de la hiperactividad, y la verdad tenía razón.

Mi hija Ariadna, se encontraba en secretaría para pedirle algo a los conserjes, pero estando esperando su turno, una mujer de podría decirse, la misma edad que Angie, comenzó a observar sin quitarle ojo. 

-Ariadna: Me parezco a Angie porque es mi madre

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-Ariadna: Me parezco a Angie porque es mi madre. (Confesó tras leerle la mente)

La mujer se quedó confusa, y la niña se dio cuenta de que se acababa de meter en un problema.

-Ariadna: Es que mi madre me ha hablado de ti. (Dijo con cara de no haber roto un plato)

Angie apareció antes de que la mujer pudiera opinar algo más.

-Angie: ¿Vienes por Héctor? (Preguntó a la mujer, y esta asintió)-La tercera puerta al fondo, ahora voy. (La mujer se alejó)-¿Qué pasa? (Le dijo con voz maternal a Ariadna)

-Ariadna: Quiero folios... Aquella mujer te conoce, lo he oído en su cabeza. (Le dio lo que la niña necesitaba)-No me gusta, decía cosas feas de ti.

-Angie: No le hagas caso, ni le des importancia.

Era obvio que Angie reconoció a aquella mujer, su nombre era Xénia, pero al llegar a su despacho, ella la trató como si no la hubiera visto en la vida.

-Angie: Pues aquí tienes, los informes... En principio no hay indicios de algo nuevo.

-Xénia: ¿Y qué se supone, qué le debo decir a los padres?

-Angie: Que los papeles están correctos, y los necesito firmados, lo antes posible.

-Xénia: Perfecto. (Observó a Angie de arriba a abajo)-Finges que no me reconoces... ¿Y tus gafas, Rubita?

-Angie: Llevo lentillas desde los 18 años... Y si finjo que no te conozco, es porque no quiero entrar en una discusión.

-Xénia: ¿Sigues con el moreno alto?

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