DOCE

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Marcelo

La miro de arriba a abajo, está terminando de vestirse para que vayamos a un club liberal que he encontrado por internet. Tiene habitaciones a disposición de los clientes para uso personal. Algunas son habitaciones voyeur, otros pueden mirar lo que ocurre en su interior. Camelia ha estado emocionada por esto, quiere ver todas esas opciones que ofrece el club.

Nunca la había visto tan emocionada como cuando le conté antes el club que había encontrado, es como un parque de atracciones para el sexo. Tiene habitaciones temáticas, habitaciones privadas, shows en vivo de gente follando, cualquier cosa que puedas imaginar, está ahí.

—Estás preciosa— le digo.

Esta mañana le compré un vestido amarillo, contrasta con el bronceado de su hermosa piel. Paso mis dedos por sus brazos desnudos, jamás había tocado una piel tan sedosa.

El vestido se ajusta a su cuerpo como un guante. Bajo mis manos hasta su culo, lo aprieto sin hacerle daño. Poso mis labios en la piel expuesta de su cuello, su piel se eriza con mi contacto. La beso detrás de la oreja, me he dado cuenta de que le gusta, gime bajito cuando lo hago. Mi polla se está poniendo dura, nunca me había dolido, Camelia hace que duela. La inclino hacia adelante con mi mano en su espalda, ella apoya sus manos en el espejo, le subo el vestido hasta las caderas y le bajo el tanga hasta los tobillos. Compruebo la humedad de su coño con mis dedos, está goteando. Abro la cremallera de mi pantalón de traje y saco mi polla con un poco de dificultad. Ella me ha enseñado lo bueno que es follar sin condón, sólo Camelia me ha dado la confianza de hacerlo. Froto la cabeza por su raja y la penetro lentamente, gime a medida que me voy introduciendo en su interior. Tener el control en el sexo es lo que más he deseado toda mi vida y nunca pude tener, excepto con ella, Camelia siempre fue la excepción y nunca me di cuenta. Encajamos perfectamente, puedo meterme en su vagina hasta el fondo sin hacerle daño, follarla salvajemente y que ambos disfrutemos.

Empiezo a mover mis caderas lentamente, ella niega con la cabeza y pega su frente al cristal del espejo, que comienza a empañarse por sus jadeos. La penetro más rápido, lo que hace que gima más fuerte, mi carne choca con la suya. Mis gruñidos animales opacan sus gemidos, no puedo controlarlo, el coño de Camelia me da tanto placer que me descontrola. Soy un hombre grande en todos los sentidos, siempre he tenido mucho cuidado con las mujeres con las que he estado, parecían tan delicadas. Pero ella no, joder, es una puta guerrera, fuerte y valiente. Le encanta experimentar, le gusta el sexo tanto como a mí, le encanta vernos follar a través del espejo y le encanta ver follar a la gente. Ella no lo sabe aún, he reservado una habitación voyeur en el club al que vamos. Me la voy a follar ante todo el mundo, van a ver cómo mi polla entra en su perfecto coño, se van a masturbar pensando que son ellos quienes la follan, pero sólo yo podré hacerlo. Joder. Me voy a correr por sus tetas para que todos vean a mi ángel bañada en mi semen.

La sujeto por la garganta con mi mano, pego su espalda a mi pecho, ella abre más las piernas y se levanta el vestido por delante. Esbozo una sonrisa.

—Te encanta mirar— susurro en su oído— ¿Quieres ver cómo te lleno el coño de semen?

—Por favor, por favor.

Abro sus pliegues con mis dedos.

—Oh, joder. Es enorme— gime.

—Y te entra toda, ángel. Mira, mira cómo te lleno de semen.

Mi carga se dispara en su interior a la vez que ella se corre, desde el espejo podemos ver mi polla convulsionando, el semen cae por mi longitud y su coño, gran parte cae al suelo.

—Es mucho— jadea— Me encanta.

—¿Alguna vez se han corrido dentro de ti?

Traga grueso.

LA NIÑA #3.1 [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora