EPÍLOGO

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Marcelo

Doy un golpe en la mesa con mi puño. Yara y Denisse se sobresaltan, mis hijas balbucean una disculpa a su madre y a mí. Casi no puedo distinguirlas, parecen gemelas con diez meses de diferencia. Nos enteramos del segundo embarazo de mi esposa cuando Yara tenía dos meses recién cumplidos. Mis hijas están muy unidas, todo lo hacen juntas. Incluidos los desmadres, son una copia de su madre. Mis dolores de cabeza se han multiplicado con los años. Ahora que tienen dieciocho y diecisiete años han comenzado a tener más vida social, tanta que ya están comenzando a darme problemas. Anoche fueron al club que su primo Jeren inauguró, esta mañana todos estaban en la portada del periódico. Los Da Silva y los Ferreira en primer plano, por un escándalo en el nuevo club. Mis hijas, por supuesto, estaban implicadas. Sobre todo Yara, que es siempre el cerebro pensante de las travesuras, Alma y Denisse se dejan llevar por ella. Ni siquiera puedo pensar en cómo estará Bastian en este momento.

—Vuestro primo necesitaba apoyo— gruño.

—Papi— gimotea Yara.

—Nada de papi— la regaña mi esposa— Esta vez os habéis pasado.

Yara hace un puchero con la boca a su madre, mi esposa me mira, pero niego con la cabeza. No seré indulgente con ellas.

—¡Un coche!— les grito.

Mis hijas se abrazan entre ellas.

—Papi, no fue queriendo— dice Denisse.

—¿No fue queriendo?— le pregunto— ¿Cómo se supone que un coche puede explotar sin querer?

Mis hijas se miran a los ojos.

—Eric...— balbucea Denisse— Él dijo que...

—¡No me importa!— grito interrumpiéndola— Vuestro deber era informar a Jeren, es vuestro capo.

—Lo sentimos, papi— dice Yara— No volverá a ocurrir.

—Cada una a su habitación, iré a inspeccionarlas en unos minutos y más os vale que no encuentre nada sospechoso o bombas caseras.

Ambas salen corriendo por las escaleras. Froto mi cara con mis manos mientras suspiro. Voy a terminar volviéndome loco.

—Papi— me llama Kaynan, mi hijo de seis años— ¿Se han portado mal Yara y Denisse?

Lo tomo en mis brazos y lo siento en mi muslo, le doy un beso en la cabeza. Kaynan es todo lo contrario a sus hermanas, es tranquilo, obediente y muy amoroso con todos.

—Sí, mi niño, tus hermanas se han portado mal.

—Yo no lo voy a hacer, te lo prometo.

Mi ángel sonríe mirando a nuestro hijo.

—¿Cuánto más vas a tardar en subir a revisar sus habitaciones?— me pregunta.

—Dales algo más de tiempo para que escondan los materiales de las bombas que han fabricado— le digo.

Mi esposa se ríe.

—¿Por qué haces esto? Sabes dónde esconden esos materiales.

Oculto mi sonrisa detrás de la cabeza de mi hijo. Por supuesto que sé dónde esconden las bombas y los materiales de fabricación, pero deben aprender. Llevo años entrenándolas para que sepan defenderse y atacar, jamás permitiré que les pase nada malo y la mejor forma es enseñándolas.

Camelia

Subo las escaleras sonriendo, esas dos se parecen demasiado a mí. Marcelo viene detrás de mí murmurando. Por más que finja, sé que le encanta esto. Es lo que siempre quiso, una familia a la que cuidar, amar y proteger. Nos demuestra su amor cada día, nos adora, somos las mujeres de su vida.

LA NIÑA #3.1 [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora