OCHO

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Marcelo

La llamada con Camelia me dejó muy pensativo. Ya hace casi dos meses de eso. No hemos vuelto a hablar por llamada, pero sí hemos estado mandándonos mensajes, sobre todo le he enviado fotos y vídeos de los niños. Aunque en la mitad de nuestro chat hay bromas de ella, Camelia sigue siendo Camelia.

Una sonrisa se dibuja en mi cara.

Quito a Sheila de encima de mí, se ha quedado dormida. Agarro mi móvil de la mesita de noche. Mi pecho vibra por la risa cuando veo el mensaje de Camelia.

C: ¿Cuándo vas a venir a verme? Te echo de menos, meu amor. Estoy tan caliente.

Niego con la cabeza, no he conocido a ninguna mujer que le guste tanto hacer bromas sexuales como a ella. Le envío una foto de una polla que he guardado de internet. Su respuesta es inmediata.

C: Ew, no me envíes esas cosas pervertido.

M: ¿No te gusta? Pensé que ibas a tocarte.

C: Si me envías una de la tuya seguro que me toco.

M: Nunca, jamás vas a ver mi polla, Camelia.

C: Eso ya lo veremos.

Sheila se remueve a mi lado, dejo el móvil sobre la mesita de noche.

Me pongo de costado y paso mi brazo por la cintura de Sheila, ella se acurruca en mi pecho.

Si Bastian se llega a enterar de los mensajes que nos estamos enviando Camelia y yo se enfadará muchísimo, aunque sean bromas. Es mi mejor amigo, desde que Camelia comenzó a mostrarse como más mujer, cuando cumplió dieciséis años, nos advirtió a Mikel y a mí que no nos acercáramos a ella. Siempre quiso protegerla de los hombres y no pudo hacerlo con Niccòlo. Ese bastardo se coló en el corazón de ella para jugar con él y destruirlo. Bastian quedó tan derrotado por lo que pasó, tuvo que hacerse a un lado para que su hermana pudiera vivir su vida y recuperarse.

No recuerdo en qué momento los mensajes llegaron a este punto, simplemente sucedió. Camelia siempre ha sido muy abierta cuando se expresa, pero jamás ha tenido comentarios sexuales hacia a mí, hasta ahora. No me molestan, sé que está de broma y yo se los devuelvo. Supongo que somos dos amigos bromeando.

El peso del sueño empieza a hacer mella en mí. Mañana tengo el día libre y había pensado en llevar a Sheila a la playa. Ya debería haberme dormido.

La risa de Sheila me despertó esta mañana, estaba hablando por teléfono con una de sus muchas amigas, no puedo negar que me molestó que no se fuese de la habitación para hablar con ella. No era necesario despertarme, joder. Llevo toda la mañana molesto, mi hermano ya me ha preguntado varias veces qué me pasa. Han venido todos con nosotros a la playa, no me gusta, que Sheila esté con mi familia en la playa me parece demasiado íntimo, es como si fuésemos pareja y no solo somos. Ella no es la mujer adecuada para mí, no conoce ni una mínima parte de mi vida, cree que Bastian es el empresario más importante del país y yo soy el vicepresidente de su empresa. Si le cuento la verdad saldrá corriendo, como hacen todas.

—Deja esa cara.

—Que te jodan, Bastian— gruño.

—Ya lo hizo mi mujer esta mañana.

Me levanto de la toalla y le quito a Eric de los brazos, camino hacia el agua con mi sobrino.

—¡Tito!— me llama Jeren— Espérame, por favor.

Mi pecho vibra por la risa, a veces es educado y otras te da órdenes como el pequeño capo que es.

Lo tomo de la mano para ir juntos al agua.

LA NIÑA #3.1 [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora