VEINTICUATRO

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Camelia

Miro hacia la puerta de la calle varias veces. Es extraño que ninguno esté aquí ya. Me acerco a ella y la abro, quizás los niños estén llorando con la niñera. Y como Marcelo se haya quedado dormido lo voy a matar.

—Princesa, siéntate, ya vendrán— me dice mi madre.

—Es muy raro que ni Bastian ni Adriana estén ya aquí— respondo cerrando la puerta.

—Eric estaba muy sensible estos días— dice mi padre— Quizás estén intentando tranquilizarlo.

Cierro la puerta, camino hacia la mesa del comedor y me siento en la silla junto a mi padre. Estoy preocupada, Marcelo no ha dado señales de vida en toda la tarde, el último mensaje que me envió fue para informarme de que ya había armado la cuna, doy por hecho que después se quedó dormido. Pero ya debería estar despierto, él nunca duerme tanto. Aunque anoche se quedara hasta tarde terminando de arreglar la habitación de nuestra hija.

Algo se siente mal dentro de mí. Froto mi vientre con mis manos, mi hija está muy inquieta, no deja de moverse. Tengo el pulso un poco acelerado y me está costando respirar.

—No me siento bien— murmuro con la voz apagada.

Mi padre pone su mano en mi vientre.

—¿Te duele?— me pregunta.

—No, no tengo dolor. Sólo malestar, me siento agotada y con falta de aire.

—Deberíamos suspender la cena— dice mi madre— Edoardo acompáñala a su casa y llama al médico para que la revise, yo me encargo de llamar a Bastian y a Adriana para que no vengan.

Me levanto de la silla con la ayuda de mi padre, mis piernas flaquean y las rodillas ceden, mi padre me sujeta antes de que caiga al suelo.

—Llama al médico, Isa, le está pasando algo.

—Llama a Marcelo, papá.

Un sollozo me atraviesa, algo va muy mal.

La puerta de la casa de mis padres se abre de golpe, Fabiano y Gregory entran arrastrando el cuerpo inconsciente de mi hermano. Suelto un jadeo cuando veo a quien traen los otros hombres, han atrapado a Emanuel.

—¿Qué significa todo esto?— pregunta mi madre.

Mi padre me suelta de vuelta en la silla, me apoyo sobre la mesa para no caer, estoy muy mareada.

—Nos han atacado cuando salíamos de casa— contesta Fabiano— Han drogado al señor Bastian y...

—¿Y qué?— gruñe mi padre.

—Se han llevado a la señora Adriana.

Giro la cabeza para vomitar en el suelo, se han llevado a Adriana.

—Marcelo— murmuro.

—¡Que alguien vaya a casa de mi hija a buscar a mi yerno!— grita mi padre.

Acuna mi cara entre sus manos, las lágrimas ya han comenzado a caer por mis mejillas.

—Algo está mal con él— sollozo.

—Princesa encontraremos a Adriana, no deben estar muy lejos de aquí y Marcelo debe haberse retrasado por otra cosa.

Niego con la cabeza, sé que algo le ha pasado, él nunca llega tarde. Sobre todo cuando se trata de mí, me dijo que estaría aquí a la hora de la cena y se ha retrasado. Es entonces cuando todo ocurre, todo demasiado deprisa. Gregory entra por la puerta para informar de que no hay ni rastro de Marcelo en la casa y que las cámaras de seguridad muestran a varios hombres llevándoselo inconsciente. La presión en mi pecho se libera para dejar paso a un fuerte grito, por más que lo llamo, él no viene a mi lado. Mi esposo no está, se lo han llevado lejos de mí.

LA NIÑA #3.1 [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora