Capítulo 8. Negocios.

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Rosella

− Bien, Lía y yo tenemos que cerrar los negocios, Christine podrías fingir ser una cliente más, baila y si quieres toma unos tragos, Killian y Adrián, ustedes pueden hacer diferentes actividades mientras nos tengan en su campo de visión. – Bajo del vehículo junto con Lía.

Ya en el camino habíamos acordado salir con una diferencia de 5 minutos entre cada persona o dúo, después de nosotras saldrá Christine y al último los chicos.

En cuanto entramos al bar las meseras nos reconocen, se acercan a ofrecernos bebidas y preguntarnos si nos dirigimos a un apartado o queremos uno propio.

− Iremos a diferentes apartados, gracias.

− ¿Sus padres no vendrán esta noche?

− No, nada más seremos nosotras.

− Excelente, si se les ofrece algo no duden en llamarnos.

− Gracias. – les responde mi prima con una sonrisa sarcástica.

Le doy un mini codazo antes de indicarle que comencemos a trabajar, ella se dirige a un apartado del lado izquierdo con los compradores de Portobello y Livorno mientras yo me dirijo a un apartado del lado derecho con los compradores de Napoli y Siracusa.

− Hola, linda, no quieres unos tragos. – dice un borracho cerca al apartado intentando darme una nalgada.

− Cuidadito con lo que tocas si no quieres descubrir quién soy yo.

Un Don se acerca a nosotros inmediatamente tras darse cuenta del percance.

− ¿Algún problema con mi soldato señorita? – volteo a mirar al Don. – señorita Rossi no la había reconocido.

− Me doy cuenta, su soldato intento tocarme, así que si, tengo un problema con él.

− Don yo no sabía...

El Don lo calla y hace que otros soldatos lo saquen del Bar para después indicarme que me siente con ellos.

− Tenía entendido que sería su madre, Lady Rossi, la que vendría.

− Si bueno, tuvimos que hacer un pequeño cambio, así que díganme ¿que están interesados en comprar esta vez y cuál sería el pago? – digo mientras tomo un sorbo de mi bebida.

− Queremos armas y les pagaremos con arte o con efectivo.

− ¿Qué tipo de arte?

− Alguna pintura original de un reconocido pintor.

− ¿Cuántas armas?

− Trescientas armas.

− Entonces sería una pintura con una certificación hecha por un perito y además 120 mil euros.

− 100 mil euros.

− Trato, con la condición de que pueda elegir la pintura.

− Trato hecho.

− Muy bien, la entrega se hará en las próximas semanas.

− Les enviaremos la pintura como anticipo, pueden ir mañana mismo a Siracusa para escogerla.

− Perfecto, entonces negocio cerrado, me retiro por el momento, un placer hacer negocios con usted Don.

− El placer fue mío señorita Rossi.

Me levanto de mi asiento para acercarme al apartado que está a un lado.

− ¡Vaya! ¡vaya! Rosella Rossi no esperaba verte aquí. – dice Elisabetta la hija mayor del Don principal de Napoli con quien haría el trato.

− Yo tampoco esperaba verte aquí Elisabetta.

− Mi padre tuvo que atender otros asuntos.

− Igual que mi madre.

− Bueno entonces ya que seremos nosotras ¿te parece si tomamos un trago primero?

− Me gusta la idea.

Vamos juntas hacia las barras mientras platicamos un poco sobre asuntos de chicas.

− ¿Y viniste aquí sola?

− Mi prima también está aquí.

− Me refería en cuanto a protección. – dice al tiempo en que llegamos a la barra, Killian está sentado unos tres asientos a su izquierda. – Un negroni.

− Un Rossini.

El barista se pone a preparar las bebidas mientras retomamos la conversación.

− El chico de allí está guapo. – me dice señalando a Killian.

− Es mi novio, vino a acompañarme como protección.

− ¡Oh! Perdona, no lo sabía.

− Si, bueno, regresando a los negocios ¿algo especifico que tus padres hayan pedido que compraras?

− Coca.

− ¿Cuánto?

− 10 kilogramos.

− ¿Cuál sería su pago?

− Armas, un total de 20 por kilo.

− Me parece un acuerdo bastante aceptable.

− Bien, ahora que cerramos el trato, tomemos unas copas y bailemos un rato. – Elisabetta me jala al centro de la pista.

Comenzamos a bailar pegadas, Christine se mantiene cerca sin terminar de juntarse a nosotras, veo que un chico empieza a acercarse a mí, sin embargo, alguien le gana, Killian pone sus manos en mi cadera y me acerca a él.

− ¿Celoso?

− No dejare que un chico que no sea yo se te acerque. – me susurra.

Una sonrisa aparece en mis labios ante esa respuesta, Elisabetta se acerca hacia nosotros.

− Bueno, creo que será mejor que me vaya, mi familia enviará la mitad de las armas en estos días como anticipo, un gusto verte Rosella.

− Lo mismo digo, Elisabetta.

Nos despedimos, luego Killian y yo seguimos bailando en el bar mientras Adrián se acerca a bailar con Christine, poco a poco el ambiente entre Killian y yo va cambiando, él se acerca para besarme y por alguna razón no lo detengo, nos besamos hasta que somos interrumpidos por Lía.

− Si ya terminaste con tu parte de los negocios es hora de que nos vayamos.

− Podemos quedarnos otro rato.

Lía empieza a dudar entre quedarnos o irnos, sin embargo, cuando está a punto de asentir se escuchan disparos provocando que todos empiecen a huir, Killian me toma de la mano y comienza a jalarme mientras saco mi pistola, Lía también saca su arma, esperamos a que Adrián que también está armado logre alcanzarnos junto con Christine para huir todos juntos.

Logramos subir al coche ilesos y Killian arranca rápidamente.

− ¿En qué dirección?

− Nos vienen siguiendo, no podemos volver a la mansión.

− Al hotel del tío Orlando, rápido. – dice Lía.

Killian conduce lo más rápido que puede hasta el hotel, al llegar alestacionamiento y pasar los controles de seguridad dejan de seguirnos ydispararnos, nos libramos por poco.

Lady Euro MafiosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora