Rosella
− Bien, Lía y yo tenemos que cerrar los negocios, Christine podrías fingir ser una cliente más, baila y si quieres toma unos tragos, Killian y Adrián, ustedes pueden hacer diferentes actividades mientras nos tengan en su campo de visión. – Bajo del vehículo junto con Lía.
Ya en el camino habíamos acordado salir con una diferencia de 5 minutos entre cada persona o dúo, después de nosotras saldrá Christine y al último los chicos.
En cuanto entramos al bar las meseras nos reconocen, se acercan a ofrecernos bebidas y preguntarnos si nos dirigimos a un apartado o queremos uno propio.
− Iremos a diferentes apartados, gracias.
− ¿Sus padres no vendrán esta noche?
− No, nada más seremos nosotras.
− Excelente, si se les ofrece algo no duden en llamarnos.
− Gracias. – les responde mi prima con una sonrisa sarcástica.
Le doy un mini codazo antes de indicarle que comencemos a trabajar, ella se dirige a un apartado del lado izquierdo con los compradores de Portobello y Livorno mientras yo me dirijo a un apartado del lado derecho con los compradores de Napoli y Siracusa.
− Hola, linda, no quieres unos tragos. – dice un borracho cerca al apartado intentando darme una nalgada.
− Cuidadito con lo que tocas si no quieres descubrir quién soy yo.
Un Don se acerca a nosotros inmediatamente tras darse cuenta del percance.
− ¿Algún problema con mi soldato señorita? – volteo a mirar al Don. – señorita Rossi no la había reconocido.
− Me doy cuenta, su soldato intento tocarme, así que si, tengo un problema con él.
− Don yo no sabía...
El Don lo calla y hace que otros soldatos lo saquen del Bar para después indicarme que me siente con ellos.
− Tenía entendido que sería su madre, Lady Rossi, la que vendría.
− Si bueno, tuvimos que hacer un pequeño cambio, así que díganme ¿que están interesados en comprar esta vez y cuál sería el pago? – digo mientras tomo un sorbo de mi bebida.
− Queremos armas y les pagaremos con arte o con efectivo.
− ¿Qué tipo de arte?
− Alguna pintura original de un reconocido pintor.
− ¿Cuántas armas?
− Trescientas armas.
− Entonces sería una pintura con una certificación hecha por un perito y además 120 mil euros.
− 100 mil euros.
− Trato, con la condición de que pueda elegir la pintura.
− Trato hecho.
− Muy bien, la entrega se hará en las próximas semanas.
− Les enviaremos la pintura como anticipo, pueden ir mañana mismo a Siracusa para escogerla.
− Perfecto, entonces negocio cerrado, me retiro por el momento, un placer hacer negocios con usted Don.
− El placer fue mío señorita Rossi.
Me levanto de mi asiento para acercarme al apartado que está a un lado.
− ¡Vaya! ¡vaya! Rosella Rossi no esperaba verte aquí. – dice Elisabetta la hija mayor del Don principal de Napoli con quien haría el trato.
− Yo tampoco esperaba verte aquí Elisabetta.
− Mi padre tuvo que atender otros asuntos.
− Igual que mi madre.
− Bueno entonces ya que seremos nosotras ¿te parece si tomamos un trago primero?
− Me gusta la idea.
Vamos juntas hacia las barras mientras platicamos un poco sobre asuntos de chicas.
− ¿Y viniste aquí sola?
− Mi prima también está aquí.
− Me refería en cuanto a protección. – dice al tiempo en que llegamos a la barra, Killian está sentado unos tres asientos a su izquierda. – Un negroni.
− Un Rossini.
El barista se pone a preparar las bebidas mientras retomamos la conversación.
− El chico de allí está guapo. – me dice señalando a Killian.
− Es mi novio, vino a acompañarme como protección.
− ¡Oh! Perdona, no lo sabía.
− Si, bueno, regresando a los negocios ¿algo especifico que tus padres hayan pedido que compraras?
− Coca.
− ¿Cuánto?
− 10 kilogramos.
− ¿Cuál sería su pago?
− Armas, un total de 20 por kilo.
− Me parece un acuerdo bastante aceptable.
− Bien, ahora que cerramos el trato, tomemos unas copas y bailemos un rato. – Elisabetta me jala al centro de la pista.
Comenzamos a bailar pegadas, Christine se mantiene cerca sin terminar de juntarse a nosotras, veo que un chico empieza a acercarse a mí, sin embargo, alguien le gana, Killian pone sus manos en mi cadera y me acerca a él.
− ¿Celoso?
− No dejare que un chico que no sea yo se te acerque. – me susurra.
Una sonrisa aparece en mis labios ante esa respuesta, Elisabetta se acerca hacia nosotros.
− Bueno, creo que será mejor que me vaya, mi familia enviará la mitad de las armas en estos días como anticipo, un gusto verte Rosella.
− Lo mismo digo, Elisabetta.
Nos despedimos, luego Killian y yo seguimos bailando en el bar mientras Adrián se acerca a bailar con Christine, poco a poco el ambiente entre Killian y yo va cambiando, él se acerca para besarme y por alguna razón no lo detengo, nos besamos hasta que somos interrumpidos por Lía.
− Si ya terminaste con tu parte de los negocios es hora de que nos vayamos.
− Podemos quedarnos otro rato.
Lía empieza a dudar entre quedarnos o irnos, sin embargo, cuando está a punto de asentir se escuchan disparos provocando que todos empiecen a huir, Killian me toma de la mano y comienza a jalarme mientras saco mi pistola, Lía también saca su arma, esperamos a que Adrián que también está armado logre alcanzarnos junto con Christine para huir todos juntos.
Logramos subir al coche ilesos y Killian arranca rápidamente.
− ¿En qué dirección?
− Nos vienen siguiendo, no podemos volver a la mansión.
− Al hotel del tío Orlando, rápido. – dice Lía.
Killian conduce lo más rápido que puede hasta el hotel, al llegar alestacionamiento y pasar los controles de seguridad dejan de seguirnos ydispararnos, nos libramos por poco.
ESTÁS LEYENDO
Lady Euro Mafiosa
Ficção AdolescenteSegunda parte de Lady Mafiosa, sigue la historia de Rosella Rossi Marchetti mientras estudia la Universidad en Oxford