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Pov Marti

Después de esa fuerte discusión con Lara me quede bastante aturdida y preocupada por ella. Pero jamas iba a poder ayudarla si no me lo permitía.

Pero deje de pensar en eso de inmediato cuando Lourdes me mando un mensaje diciendo que me esperaba hoy a la tarde en la casita del arbol. Tenía una charla pendiente con ella y esa era mi prioridad en este momento.

Después de llegar a mi casa, pegarme una ducha y hacer un trabajo de historia, me cambie y espere a que Lourdes me diera la señal de que ya podía ir. Después de 30 minutos me llego el mensaje diciendome que suba. Eso hice.

Una vez en la casita del arbol estaba todo decorado hermoso. Estaban las luces colgadas, el colchon/sillón estaba cubierto de petalos de rosas, habia una canasta y un mantel apoyados sobre el piso de la casita y mi novia estaba sentada allí con su infaltable guitarra.

—¿Qué es todo esto? —pregunte sentandome frente a ella.

—Una cita. —contesto. —Creo que nos la debemos.

—Me encanta. —le dije. —Gracias.

—No tenes porque agradecer. —me guiño un ojo. —Hice panqueques. —abrio la canasta y saco un plato con una torre de ellos y un pote de dulce de leche.

—Ufff genial, no merende nada. —ella rió.

Después de comer los panquques, hablar estupideces y escuchar a Lourdes tocar acordes sin sentido por horas. Ya se había hecho de noche, pero el plan de la ojiverde no era salir de esa casita del arbol.

—¿Y ahora? —le pregunte.

—Quiero estar abrazada a vos para siempre. —me dijo aferrandose un poco más a mi.

—Yo quiero lo mismo. —hice que escondiera su cabeza en mi cuello.

Nos quedamos acostadas en silencio mientras nos haciamos mimitos. Mimitos que empezaron de forma inocente hasta que ella decidio explorar un poco más haciendome caricias en el borde de mi espalda y un poco más abajo. Yo tenia unos joggins sueltos asi que no era muy complicado que pudiera deslizar su mano por debajo de el, y eso hizo. Comenzo a bajar hasta a agarrar uno de mis cachetes y los apreto sin pudor alguno.

—¿Y eso? —le dije divertida.

—No podía resistirlo. —contesto.

—Bueno, no te resistas. —le dije tomando su otra mano haciendo que vayan a cada uno de mis cachetes y los presione con más ganas.

Ella rió y comenzo a besarme sin dejar de apretar. Eso estaba enloqueciendome un poco a decir verdad. Decidi jugar un poco tambien con mis manos y las lleve a su cuello, mientras bajaba lentamente a sus pechos. Su remera ya estaba molestandome, así que decidi bajar hasta su abdomen y meter mi mano por debajo de la camiseta. Ella no estaba usando sosten asique no fue muy complicado encontrarme directamente con sus pechos descubiertos, toque uno de sus pezones que ya estaban levantados y ella largo un pequeño gemido.

—Vas a ser que me desarme aca mismo. —dijo en mis labios.

—Te deseo tanto, Lourdes. —mi mirada estaba prendida fuego y ella me miro fijamente.

—Hagamoslo. —solto de repente.

—¿Estas..estas segura? —le pregunte.

—Demasiado segura, de hecho, si no me haces tuya ahora mismo creo que me voy a morir. —me dijo haciendome enloquecer más.

No tuvo que decir nada más para que yo vuelva a besarla, esta vez con más pasión. Le saque su remera de un tiron y deje su cuerpo desnudo del abdomen para arriba quedando completamente encantada con la vista que tenía. Sonreí maliciosamente y empece a dejar un camino de besos desde su rostro hasta su cintura. Ella se estremecía con cada toque y eso me fascinaba. Fui a sus pechos que tanta tentación me daban y mientras una de mis manos estaba en su pecho izquierdo, mi boca estaba en el derecho. Roze mi lengua con su pezon y escuche a Lourdes quejarse de placer. Baje aún más y llegue hasta su pantalon. La mire como pidiendole permiso y su cara de desesperación porque lo haga me dio todo el consentimiento que necesitaba.

Saque su pantalon y su ropa interior de una, tome sus muslos y los acaricie dandole besos hasta por fin quedar frente a su zona baja.

—Por favor...hacelo. —dijo casi rogando.

—Lo que vos me pidas. —conteste.

Enterre mi cabeza en esa parte de su cuerpo. Empece lento y después subi la intensidad, mi lengua hacia los movimientos precisos para escuchar los gemidos que Lourdes iba soltando. Eso me motivaba todavia más. Ella enredo sus dedos en mi pelo, dandole un pequeño tiron por momentos. Ella estaba disfrutandolo y eso era lo que yo quería conseguir.

Mientras seguia jugando con mi boca, uno de mis dedos se sumo a la ecuación. Cuando vi que eso le gusto, probe con otro más y empece a moverlos.

—Creo que...creo que ya estoy por....—no termino de decirlo que yo ya senti lo que estaba por suceder entonces aumente la velocidad. —¡Martinaa! —que grite mi nombre fue toda la satifacción que yo necesitaba esa noche.

Me tumbe al lado de ella, las dos con nuestras respiraciones irregulares. Volteo a mirarme y quedamos enfrentadas.

Ella comenzo a besarme y sabía que esto no iba a terminar ahi. Esta vez ella me desnudo por completo y mordio cada parte de mi cuerpo, se arrodillo entre mis piernas y me hizo ponerme de espaldas. Se puso enicma de mi como si fuera a darme un masaje y dejo un camino de besos hasta llegar a mi trasero. Lo mordió tan fuerte que seguramente me iba a dejar una marca. Volvio a mi cuello dejando besos y con una mano rodeandolo.

—Ahora quiero que te abras para mi. —me susurro en el oido y me hizo volver a darme vuelta pero esta vez sentandome.

Mi espalda estaba contra la pared y ella arrodillada frente a mi, me abrio de piernas y fue directamente a donde yo deseaba que estuviera. Su lengua enloquecio en mi y yo estaba agarrandome fuerte de las sabanas. Sus manos comenzaron a jugar tambien en mi parte baja, después de varios minutos en los que me lleno de placer de todo tipo. Yo ya estaba a punto de venirme.

—¡Si, Lourdes...si! —decia entre gemidos. —¡Lourdes! ¡Ahí!  —dije para por fin terminar.

Ahora ambas estabamos acostadas abrazadas y desnudas, sintiendo el roze de nuestra piel. Nos tapamos con una sabana y entre caricias nos dedicabamos miradas en las que las dos sabiamos que estabamos en nuestro lugar correcto.

—Te amo tanto. —me dijo besando mi brazo.

—Y yo te amo más. —le respondí.

—¿Te puedo hacer una pregunta? —me miro y yo asentí.

—La que quieras. —me acomode mejor para escucharla.

—¿Estuve....yo...te gusto? ¿Estuve bien? —me pregunto timidamente y yo senti que iba a derretirme de amor.

—¿Como puede ser que hace diez minutos estabas mordiendome el culo y ahora me preguntas con esa ternura si lo hiciste bien? —tome su rostro y la bese. —Estuviste excelente, me encanto y...me sentí muy bien. —ella suspiro aliviada. —¿Y vos?

—Estuviste perfecta Mar. —eso me hizo sonreir.

Nos volvimos a besar. Mientras me terminaba de poner la ropa, ella miraba los dibujos pegados en la pared de la casita.

—Este es el dibujo que te di en tu cumpleaños número 7. —señalo un retrato en el que Lourdes nos dibujo a ambas en la playa.

—Y esta foto nos las sacamos cuando tuvimos nuestra primer pijamada aca. —señale. —Quien diria que antes veniamos aca a jugar a las barbies y ahora venimos para acostarnos.

—¡Ay Marti! —se puso completamente roja. —¿Es necesario que siempre largues un comentario desubicado?

—Pero si es la verdad. —comenze a reir. —Acabamos de pervertir nuestra casita del arbol.

Ella tambien se rió. Nuestra noche siguio entre recuerdos de nuestra infancia, darnos besos y abrazarnos hasta que a las dos nos dio hambre. Franco le mando un mensaje a Lourdes diciendo que estaba solo ya que sus padres se habian ido de viaje por el fin de semana largo y que habia pedido pizza por si queriamos ir. Ambas dijimos que si y bajamos para comer los 3 junto con Delfi.

Quería que mis días, que mi vida, sea así para siempre.

LULI'S SONG || MARTULIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora