"Hace tres días alrededor de las 20:27 p.m. hubo un lamentable suceso en el colegio Jag-hun al incendiarse por el mal manejo de productos químicos, afortunadamente no falleció ningún estudiante, pero las autorida...".
—¿Por qué hacen tanto drama? Ni qué se hubiera quemado una tienda de Chanel, eso hubiera sido más trágico—Jennie apagó el televisor.
Fue hasta su cama de tres plazas y se echó sin ánimos, estaba aburrida. Dio varias vueltas hasta que agarró su celular y se puso a ver videos, tal vez encuentre un chisme entretenido de algún famoso y pueda contarles a sus amigas, pero pasó el tiempo y seguía sin hallar algo que le divierta.
—¡Ya sé!
Saltó fuera de su cama y caminó hasta llegar a una gran habitación con infinidad de ropa y artículos qué iban desde relojes hasta carteras. Era primavera y debía vestir de acorde a la estación y las últimas tendencias de moda o se avergonzaría de mostrar su cara en la calle y Kim Jennie no pasaría pena, no señor.
Una vez lista, se dio un último vistazo al espejo, lucía fabulosa y se envió un beso. Bajó las escaleras y se dirigió a la cocina donde probablemente se encuentren las empleadas junto a la ama de llaves quien era su nana.
—Señorita Jennie, ¿le puedo ayudar en algo?—habló una señora mayor, se podía ver que los años han pasado.
—No, solo aviso que voy a salir y que voy a estar con Rosie—se acercó y se despidió con un beso en la mejilla.
—Disfrute su salida—la mujer se inclinó y el resto de empleadas la imitó.
La castaña ni siquiera regresó a ver a las sirvientas, no le importaba y ni sabía sus nombres, tampoco es que ponga algún interés en conocerlas porque siempre cometen algún error estúpido y las despide, la última vez que lo hizo fue cuando una de ellas le sirvió un croque-monsieur en vez de un croque-madame, ¿qué tan idiota tuvo que ser para confundirse? Aparte, su francés era horrible.
Fue motivo suficiente para despedirla, debía dar gracias a su nana que evitó qué la eche a patadas de su casa.
Se encaminó a la salida y en su campo de visión estaba el chófer esperando alguna orden mientras se halló descansando en una silla.
—Oh, buenas tardes, señorita Jennie—se inclinó el hombre.
—Llévame a la casa de Rosie, esta vez quiero ir en el Maserati—ordenó si verlo al estar en su celular.
—En seguida, señorita.
El viaje fue ameno al poner la música que le gusta y tampoco duró mucho al vivir cerca de su mejor amiga. Los empleados de la familia Park ya la conocían y la dejaron pasar, aun recuerdan el tremendo escándalo qué armó junto a su señorita por haberle denegado el acceso a la residencia, no iban a cometer ese error de nuevo.
El domicilio era grande, pero Jennie ya conocía el camino al cuarto de Rosé y sin avisar abrió la puerta como si estuviera en su casa.
—¡Rosieeeeee! ¡Tú y yo vamos a ir a un centro de belleza! ¡Así que deja de comer y vístete!
Jennie observó como los cachetes de la rubia estaban repletos de comida adoptado la apariencia de una ardilla, una ardilla muriendo de asfixia porque se estaba poniendo morada.
—¡Escúpelo!—la coreana corrió a socorrerla y le dio golpes en la espalda con su cartera—. ¡Te he dicho que no debes meterte todo a la boca Park Roseanne, solo la gentuza muere atorada!
Después del sexto carterazo la australiana escupió un pedazo de papitas de tamaño algo grande, tenía la cara roja y los ojos algo llorosos, estiró la mano y tomó el vaso lleno de agua.
ESTÁS LEYENDO
Yo no hablo con pobres
FanfictionSiete chicas pobres. Siete chicas millonarias. Un encuentro inesperado. ¿Qué es lo peor que puede pasar? Nota: no permito adaptaciones.