Capítulo 36

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Las hermanas vieron a su antiguo colegio y fue algo extraño. Desconocido e incluso irónico.

Esa infraestructura les acompañó desde el principio de su vida estudiantil, cada rayón, cada vidrio roto y los arruinados escritorios formaron parte de sus travesuras, pero ahora no representaba nada. Nada.

Las hermanas se colocaron su usual máscara de seriedad y frialdad antes de ingresar al edificio, fue una forma de sobrevivir en un lugar lleno de potenciales delincuentes, algunos ya lo eran. Y Jisoo no formaría parte de ellos, ninguna.

Como de costumbre, los estudiantes se hicieron a un lado cuando pasaron las hermanas.

—Me siento como Moisés—dijo Chaeyoung.

—¿A poco Moisés sufría de enanismo?—preguntó Tzuyu con burla, pero no tardó en recibir un golpe de la pequeña.

—Yo voy a enviar las plagas como Moisés si sigo escuchando estupideces—tan pronto como Jisoo terminó la oración, varios se callaron.

—¿Desde cuando lees la biblia o es invento tuyo?—Lisa sabía que su hermana no era la más creyente.

—No la leí, mamá oso lo dijo cuando me regañaba. Las "plagas" eran sus chancletazos—se encogió de hombros.

—Yo creo que más quería ser el faraón. Porque ahí te hubiera enviado "flechazos" en el culo, o sea, balazos—Somi simuló tener una pistola.

—¿Entonces Jisoo no sirve ni para esclava? Que desperdicio—Momo hizo una mueca.

—Ya, suficiente. Dejen de molestar a Jisoo—se sumó Jeongyeon—. Ya sabemos que solo serviría de abono.

Jisoo le lanzó un golpe a cada una de ellas menos a Jeongyeon o puede que reciba el doble.

—¡¿Por qué me pegas a mí?! ¡Yo no dije nada!—Lisa se sobo el brazo.

—Es que lo pensaste.

—No pensé nada...

—Nos vemos en la salida—se despidió Jeongyeon con la intención de que vayan a sus salones.

Jisoo siguió a su hermana. Accedieron al salón y se dirigieron a la parte de atrás. Y ella ya estaba perdiendo la paciencia por los constantes cuchicheos.

Es verdad que ella y sus hermanas tuvieron que darse a respetar en ese lugar, pero fue únicamente porque siempre buscaron pelea con ellas. Parece que no verse durante pocos meses provocó que pierdan el respeto por ellas, pero no era así.

Una palabra se escapó en todo ese mar de palabrería.

Ricos.

Parece que todo el chisme giró a entorno que estuvieron en un colegio de personas millonarias.

Era injusto.

Realmente no quería escuchar ni una sola palabra de ese sitio porque su memoria es traicionera y, lo peor, no hay forma que se detenga, ¿por qué tienen que hablar de algo que le duele? ¿Por qué tienen que traer recuerdos dolorosos de...?

Rosa Aurora.

Recostó su cabeza encima de los brazos y apretó fuertemente los párpados.

Solo quiero que esto termine.

Pero algo sí era seguro, tan solo era el principio.

Quiso poner atención en clases, pero le resultó imposible aún cuando se exigía ella misma. Todos sus pensamientos giraron entorno a una petulante rubia con gran cantidad de fideos instantáneos por ofrecer. Que estupidez.

Yo no hablo con pobresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora