Hoy era viernes.
Y las chicas millonarias lo sabían, harían esa noche inolvidable para su amiga Sana. Se encargarían de borrar ese nefasto recuerdo de una pobre besándola.
Y Jennie tenía varias ideas en mente.
—Rosie, ¿cómo me veo?—dio una media vuelta.
—¡Te ves hermosa, Jenjen!—aplaudió—. ¡Chanel es tu marca!
Y en verdad tenía razón, portaba una camisa blanca con los dos primeros botones desabrochados, una falda gris con un cinturón negro con el logo de su marca favorita y unos tacos negros.
Su cuello se halló adornado con un exquisito collar de diamantes y sus aretes relucían con la misma piedra preciosa, y por último, no menos importante, una bolsa de cuero de Chanel con una cadena fina de plata.
—Gracias, Rosie, tú también estas muy hermosa—le guiñó.
El minivestido negro de Rosé resaltaba su figura al igual que sus piernas, combinaba con su cabellera dorada. La prenda gozaba de elegancia y su principal atractivo era dejar al descubierto su espalda, cabe destacar que las mangas eran más largas de lo habitual llegando a cubrir las manos e incluso más, y todo estaba perfectamente combinando con las sandalias thong, lucía de maravilla.
—¡Gracias!—también dio una vuelta.
—Es hora de irnos, Jihyo esta como loca llamando—tenía como diez llamadas perdidas—. Andando.
Jennie salió de su habitación seguida de Rosé, esta vez decidieron reunirse en la casa de la chica felina para prepararse para esa espectacular noche.
Ambas se despidieron de la ama de llaves, la única que merecía saber que se iban a su criterio. Subieron a una limusina y ahí estaban todas sus amigas junto con Jackson, estaban listas para esa noche.
Llenaron de música el vehículo y el trago no podía faltar. Llegaron a un edificio de lujo de aproximadamente cien plantas, subieron al último piso y las puertas se abrieron en par en par, dejando saber a los invitados que llegaron las reinas del lugar.
Luces parpadeantes de colores fue lo primero en entrar en su campo de visión, un DJ famoso en el fondo poniendo la música del momento atrayendo a todos los jóvenes a la pista de baile, sus cuerpos se mecían al ritmo de la canción y algunos con movimientos torpes gracias al alcohol en sus venas.
—¡A disfrutar esta noche!—gritó Nayeon.
Todas se sumaron al entusiasmo de su amiga. Primero fueron a la barra libre y pidieron un cóctel a su gusto, ya habían bebido en el vehículo, pero necesitaban más y nadie se atrevería a negarle algo.
Ellas no tienen por qué cumplir las reglas.
Varias personas se acercaron a su grupo, Jennie sabía que si querían un futuro brillante, ellas eran el medio para ello. Oír como besan sus pies y alaban su persona por el simple hecho de pertenecer a las Siete Familias era exquisito, no era idiota, la mayoría de sus adulaciones eran palabras vacías porque la mayoría de ellos se mueren de celos y envidia por un simple hecho.
Jamás serán miembro de las Siete Familias, nunca estarán a su altura.
Vio como Sana apenas se acabó el licor de un solo bocado se fue a bailar, estaba segura qué conseguiría muchos besos esa noche.
—¿Quieres bailar?
Jennie se dio la vuelta y era un chico de último año al igual que ella, solo que de otro curso, Kim Minseok alias Xiumin. Un chico muy guapo con sonrisa de comercial, su familia posee una empresa de videojuegos, nada mal, pero la familia de Mina era la más importante a nivel internacional, su enfoque vanguardista llevó a los videojuegos a un nivel completamente diferente, así que, en teoría, para Jennie, no era sorprendente.
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Yo no hablo con pobres
FanfictionSiete chicas pobres. Siete chicas millonarias. Un encuentro inesperado. ¿Qué es lo peor que puede pasar? Nota: no permito adaptaciones.