Capítulo 21

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Jisoo veía la hora en su celular mientras ignoraba lo que decía el profesor, eso no era de importancia.

Tenía que realizar una entrega al haber terminado su trabajo con el vidrio, esta vez era un colibrí. La obsesión de la persona por los colibríes era evidente, le dio una serie de parámetros y le mostró imágenes del animal, quería que lo haga igual, pero con toques fantásticos, aparte, recibió datos del pájaro que le tenían sin cuidado.

—Ya me tengo que ir—susurró a sus hermanas—. Nos vemos en el trabajo.

Las chicas se despidieron de Jisoo. Esta se puso de pie y se fue sin importarle la presencia del hombre.

Se dirigió primero al baño y se vio al espejo, aun tenía la boca negra. Ya han pasado dos días y no se iba, bueno, ha disminuido, pero no lo suficiente como para mostrarle una sonrisa al comprador. La mejor solución que encontró fue colocarse una mascarilla y fingir que estaba enferma, de esa manera no le obligaría quitarse el artículo, aunque no creía posible que el hombre se interese en eso, portar mascarilla en Corea es muy normal, nadie pregunta, pero no estaba demás en tener una excusa.

Se dio un último vistazo y caminó hacia una zona donde el muro era menos alto, si fuera por ella saldría por la puerta, pero los guardias no le permitirían, era un claro recordatorio qué se hallaba en un colegio de ricos.

Mi colegio era más cool.

Se colocó bien la mochila, no quería que su obra maestra sufra algún daño.

—¿Qué haces, indigente?

No había necesidad de voltear, sabía de quien se trataba y no estaba de ánimos para tratar con esa chiquilla, no cuando aún no cobran venganza por lo que les hicieron.

—Que te importa.

Dio unos pasos hacia atrás ignorando que la chica le matada con la mirada, lo sentía en la nuca. Respiró profundo y corrió hacia el muro, saltó y se impulsó más con el pie sobre la pared, fue fácil, había subido por muros más altos. Ahora solo le tocaba bajar, simple.

—¿Te vas a fugar?

Cierto, sigue aquí.

Jisoo se dignó en mirarla y por primera vez la pelinegra bajó la mirada, usualmente, tiene que alzar la cabeza para ver a la rubia, ya que es más alta que ella. No iba a mentir, se sintió poderosa.

—Ajá—respondió con poca emoción.

—Quizá no les avise a los profesores si haces algo por mi—dijo lo más inocente que pudo.

—Me tiene sin cuidado si le dices a los profesores, Rosa Aurora, jamás te ayudaría en nada, incluso te agradecería por avisarles, así me expulsan y saldré de este colegio de mierda rodeada de personas de mierda como tú, me largo, princesita.

Jisoo giró la cabeza y saltó, fue impecable. Revisó una vez más su pieza y se halló en perfecto estado. Suspiró de alivio, se arrancaría los cabellos si le sucedía algo. Ahora debía dirigirse a la parada y esperar el autobús, con suerte, no tendría que esperar mucho.

—¡Indigente, no te vayas!

Regresó a ver y era esa rubia subida en el muro aferrándose al filo con todas sus fuerzas como un gato.

—¿Cómo te subi...? Olvídalo, no tengo tiempo para esto.

—¡No te vayas! ¡Bájame de aquí!—Rosé intentaba no moverse tanto para no perder el equilibrio.

Jisoo esbozó una sonrisa ladina al ver a su enemiga pidiendo o más bien ordenando que la baje del muro, debía disfrutar el momento y aprovecharse de la rubia. Así que sacó el celular y empezó a grabarle de manera discreta fingiendo que ve algo, aunque duda que con su actual estado mental se de cuenta de algo.

Yo no hablo con pobresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora