Aitana y Laia "Posibilidad"

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– Que feo debe ser el enterarte de que tu hija es lesbiana – escuché la voz de mí madre, mire inmediatamente a mí novia que solo se notaba incómoda ante las palabras duchas por mí progenitora.

– Si debe ser horrible – trate de disimular todo aún que sentía la atenta mirada de Laia sobre mí.

– No los entiendo a los homosexuales… – comenzó con una extensa charla donde podía hasta mirar pequeñas lágrimas en el rostro de mi novia y tampoco voy a negar el que se me formó un nudo en la garganta por tales barbaridades.

– Si me disculpa tengo que atender – fingió recibir una llamada y se retiró al baño – Tengo que irme – hablo con voz débil después de unos minutos.

– Te acompaño – tomé su mochila acompañándola a la puerta – Hey – agarre su brazo por qué a penas pudo ver la parte de afuera salió disparada intentando huir.

– Sueltame Aitana – pidió con la voz aún más débil – Necesito irme de acá, necesito irme de tu lado – susurro pero de todas formas la escuché, me dolió bastante e intentaba entenderla aunque era demasiado para las dos.

– ¿Que intentas decirme? – pregunté al borde de las lágrimas, me temía lo peor, de que me dejara por no poder ser valiente.

– Que me estoy cansando Aitana – agachó la cabeza mirando sus zapatillas – Sabes que te amo con todo el corazón, que eres mí vida… –

– ¿Pero? – la interrumpí

– Pero comienzo a cansarme de que todas las putas veces que vengo a tu casa tus padres no sepan de lo nuestro – limpie una pequeña lágrima que recorrió una parte de mí cara al escuchar sus palabras que a pesar de que me dolían estaban cargadas de pura verdad.

– Yo también estoy cansada Laia tu escuchaste lo que dijo – suspiré tratando de no gritarlo – ¿¡Como esperas de que les diga que su hija es una puta lesbiana!? – perdí la poca cordura que me quedaba, toda esta situación me frustraba, me agotaba de que mis padres no me aceptarán solo porque me guste una persona de mí propio sexo.

– ¿¡Que eres que!? – grito mí madre en la puerta sorprendida, me di la vuelta imaginando que solo había imaginado la voz de mí progenitora pero no allí estaba estupefacta en la puerta de entrada.

– Madre todo ha sido un error – hablé nerviosa, mire a Laia que solo giro los ojos caminando hacia la calle para tomar rumbo hacia su casa – No es lo que crees – ignore a mí novia y solo me centre en mí madre.

– Tu y yo hablaremos – asentí agachando la cabeza pensando en Laia y en como se sentiría ahora después de que prácticamente su novia la negara por milésima vez.

No me sentía lista de salir del famoso clóset pero obligadamente lo tuve que hacer, mí padre no se lo tomó mal, mí madre fue todo lo contrario.

Golpee nuevamente la casa de mí compañera que por ahora sería mí último rescate, mí madre me ha echado de casa y me encontraba tocando la puerta de la casa de Alexia Putellas una gran compañera y amiga.

Intente nuevamente pero nada, levanté la pequeña maleta que logré tomar de mí antigua casa, no sabía que haría, tal vez buscaría algún hotel como para pasar la noche.

Di media vuelta y escuché la puerta abrirse, apareció la reina con auriculares puestos y ropa deportiva.

– Aitana – me miró sorprendida al verme con una maleta – ¿Que paso pequeña? – pregunto con cariño, yo solo me acerque a llorar en su pecho – Tranquila – acarició mí cabello de forma protectora

– Se han enterado mis padres… – trate de respirar – y todo se ha salido de control – suspiré todavía sollozando.

La rubia es mí gran apoyo en todo lo que ha estado pasando con Laia y con mis padres, al igual que ha sido de gran ayuda en mí carrera como futbolista.

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