Mapi e Ingrid "La chica de los tatuajes"II

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– No puedes conducir así Mapi – dijo el portero del club donde estábamos y tenía razón no podría conducir así ni mucho menos llevar a Ingrid.

Decidimos caminar hasta el edificio de la noruega que estaba más cerca, íbamos demasiado borrachas como para continuar así que nos quedamos en la cafetería de Ingrid porque ya no podíamos más.

La cafetería estaba más cerca que su departamento y nos quedamos dormidas en un sillón, la noruega se quedó dormida prácticamente encima mío como si yo fuera su colchón, no iba a negar que no disfrute tenerla entre mis brazos.

Desperté por el ruido de la puerta, miré en esa dirección y ahí estaba parada una chica rubia con una expresión divertida.

– ¿Tu eres? – pregunto sonriendo mientras caminaba hacia el mostrador.

– Maria León pero puedes llamarme Mapi – me levante con cuidado tratando de no despertar a Ingrid mala idea ya que cuando lo hice sentí una fuerte pensada en la cabeza, de verdad que tenía una gran resaca – ¿Y tu como te llamas? –

– Jill Roord, amiga y compañera de esa cosa – reí levemente acercándome a ella – ¿Quieres que te prepare un café? – pregunto amable.

– Si, por favor me ayudaria muchísimo – acepte de inmediato, a mi cuerpo le hacia falta un poco de cafeína la rubia se fue a prepararlo y después de unos minutos regreso con el café recién hecho y de verdad que tenía un aroma delicioso.

Jill resultó ser muy divertida, pasamos alrededor de quince minutos charlando de todo, le conté que tenía un estudio y que soy tatuados y quedo encantada pidiéndome un turno.

– Mañana si quieres solo tengo una persona por atender – asintió sonriente – Además tendrás un descuento por preparar este café tan delicioso – dije sonriendo ya que si sabía exquisito.

– Eres una sinvergüenza – escuché la voz ronca de la noruega y me gire mirándola con una gran sonrisa – Preparame un café, por favor – le pidió a su amiga que asintió dejándonos solas.

– Buenos días Bella durmiente – sonrió girando los ojos – ¿Cómo dormiste? –

– Perfectamente – dijo con sarcasmo – ¿Y tu? –

– Cómo si durmiera en una cama hecha de pétalos de rosas – soltó una carcajada contagiandome de su hermosa sonrisa – Déjame decirte Princess que no parece que hayas bailado y bebido toda la noche – se sonrojo levemente.

– Gracias – recibió el café de la rubia que se escapo nuevamente por una puerta.

– Estoy muy cansada – me queje como niña pequeña.

– Y todavía tienes que caminar a buscar tu amada moto – tomo tranquilamente de su café.

– Mi preciosa puede esperar – abrió su boca divertida fingiendo satar sorprendida.

– ¿Tu estas bien? – blanquee los ojos por tal dramatismo – tu, dejaras tu amada moto sin algún cuidado, estoy muy sorprendida Mapi – gire los ojos sonriendo.

– No exageres, estoy muy cansada para caminar –

– Lo tendrás que hacer porque en un rato yo tengo que entrar a trabajar – dijo con un tierno puchero.

Charlamos durante un rato bastante largo donde nos tomamos como dos tazas de café más ahora preparado por ella, Aitana no mentía al decirme que su cafetería era una de las mejores.

– Princess – llame su atención – me tengo que ir, ya deje mucho tiempo sola a mi moto – asintió acercándose para darme un beso en la mejilla.

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