De regreso le dio la sensación de que todo el mundo lo miraba y murmuraba. Como estaba su forma humana, supuso que era normal que las personas sintieran curiosidad por un fuereño. Sin embargo, esa noche al asistir a la cena, se encontró con las miradas atónitas de todos los presentes, incluido Cecil.
Jeffrey Baker fue el primero en hablar.
—Hace tres días que lo estamos buscando —dijo, haciendo a un lado la cuchara en su mano—. ¿Sería tan amable de decirnos donde ha estado? —preguntó, con un toque de hostilidad en su voz. Norman le dio unos golpecitos en el hombro a su hijo y luego se dirigió a Magnus.
—Estábamos muy preocupados por usted —agregó, en tono conciliador.
Magnus se sentía orgulloso de su rostro inexpresivo, estaba seguro de que no se le notó en lo absoluto la sorpresa, él único que levantó una ceja ante el microsegundo en el que se quedó quieto fue Cecil, quien sin duda era más despierto que todos los demás.
—Estaba pasándola bien con un isleño —dijo, encogiéndose de hombros. Una sonrisa apareció en su rostro, mientras recordaba al tritón rubio envolviéndolo en brazos y besándolo—. No sabía que la gente de aquí fuera tan acogedora.
Cecil hizo una mueca de asco, miró su comida como si no pudiera probar un bocado más. Leah y Norman se rieron, pero Jeffrey le miró con desagrado. Magnus no se perdió los pops alrededor, los cuatro miembros del servicio presentes estaban hablando entre ellos, no entendió lo que decían, pero pudo notar los patrones con mucha facilidad. Le sorprendía que los Baker no fueran capaces de captar dichas fluctuaciones en el ambiente, quizás estaban tan acostumbrados a ellas que les resultaba natural escucharlas y también ignorarlas.
Cecil dijo algo, Magnus frunció el ceño mirándolo y este actuó como no se diera cuenta de la atención que recibía. Entonces notó un hecho curioso, el niño hizo un pop, luego otro, eran brillos y sonidos apenas estructurados y Cecil sonrió hacia él, dándole de comer mientras este movía los brazos.
Raro.
—¿Se puede saber quién fue él o la afortunada? —pregunto Norman, quien parecía inexplicablemente feliz.
—Mientras alejes tus ojos de mi marido me da igual quien haya sido —Jeffrey le dedico una expresión atemorizante. Magnus dejó de mirar al chico, aunque lo hizo lentamente, demostrándole que le daba igual lo que el hombre le pidiera.
Sonrió, algo malvado se manifestó en su mente.
—Tenía entendido que la poligamia es legal en la isla, no es que esté interesado, pero su marido no es nada despreciable —comentó, recargándose en el respaldo de la silla. La cara de Cecil cambio por completo, se puso pálido y la cuchara con la que le estaba dando papilla al niño se le resbaló.
Jeffrey Baker se puso furioso, se levantó de golpe, la silla en la que estaba sentado se cayó, causando un ruido sordo al estrellarse contra el suelo, el rostro de Leah cambio por completo, Norman perdió su sonrisa.
—Aléjese de mi marido —le advirtió, había una vena marcándose en su frente y el cabello rubio salpicado en canas parecía ligeramente despeinado. Cecil frunció el ceño, clavando la vista en el niño porque era el único sitio seguro en aquella mesa.
—Solo digo que si quieres usar tus días libres conmigo puedes pasarte por mi habitación —Magnus clavo la vista en Cecil, cuyas mejillas se pusieron rojas de vergüenza.
Al ver la interacción, Jeffrey tomó uno de los cuchillos en la mesa y se lo lanzó. Este se detuvo frente al rostro de Magnus, quien observó la escena con una sonrisa satisfecha. Probablemente nadie volvería a preguntar dónde había estado si desaparecía otra vez. Aunque sintió un poco de lástima por Cecil, quien estaba tan furioso y avergonzado que las manos le temblaban cuando tomó otra vez cuchara y comenzó a alimentar al niño.
—Esa clase de bromas son de mal gusto —Norman intervino, haciendo una seña a su hijo para que se sentara en su lugar—. Está incomodando a mi yerno.
Magnus fingió que estaba sorprendido.
—Oh, una disculpa, estaba bromeando, el humor de la capital es un poco acido —dijo, frunciendo el ceño—. Hace mucho tiempo que no van a la capital ¿Cierto? —agregó, cambiando de tema de forma casual, como si no acabara de hacer el peor comentario mencionado en una cena.
Leah suspiro, tomando el papel conciliador.
—Bueno, hay mucho trabajo para hacer en la isla, es difícil volver, aunque durante el invierno me gustaría ir a la finca de mis padres, el clima será demasiado frio para mi chiquito —explicó en tono cariñoso, como si su hijo fuera una criatura mágica omnipresente y no él bebe que Cecil estaba alimentando en ese momento.
—La isla puede ser muy inhóspita —dijo, dándole la razón—. Creo que cuando vuelva hablaré con mi padre, seguramente estará encantado de enviar a otra familia a encargarse de las fábricas, la sociedad de Hexi adora las historias campestres y estoy seguro de que su adorable matrimonio será el centro de atención en todas las reuniones sociales —enseguida soltó una carcajada muy fuerte, que se escuchó cruel incluso para todos aquellos presentes que no estaban familiarizados con Magnus.
Nadie más se río, pero los pops se volvieron frenéticos. Los rostros de los Baker, incluso el de Norman, se pusieron pálidos. La vida en la isla era aburrida, pero aquella familia podrida no tenía ningún estatus en la ciudad, ni dinero y apellido, seguramente Jeffrey tendría que dejar atrás a Cecil, no había manera de que se llevara a un segundo esposo para que todos lo juzgaran por polígamo, tampoco podría dejar a Leah porque ella tenía un padre con cierto respeto en los templos que lo respaldaba. La mesa se quedó en completo silencio y Magnus observó con satisfacción que había metido un dedo en la llaga.
Se estaba divirtiendo como nunca.
Después de casi un minuto de silencio tenso, Norman se río.
—No se preocupe, nadie se irá de la isla, este lugar es nuestro hogar, aquí esta nuestro patrimonio y nuestra gente —y dicho esto, dio por terminada la conversación.
Así como lo ven, el Magnus tiene su carácter. :E
El capítulo de hoy está un poco corto, así que esperen otro. Los dejo con un picrew se Magnus para que se contenten.
ESTÁS LEYENDO
Una belleza caída en desgracia
Romance(LGBT+) Lo único que Magnus espera de su viaje a la isla Tortuga es demostrar que es un hijo digno y volver con la cabeza en alto. No hay muchas cosas que le preocupen, después de todo ¿Que puede ofrecerle ese trozo de tierra lleno de trabajadores a...