18

148 22 16
                                    

Magnus se encontró con Cecil en la cabaña de este último, fue a buscarlo para poder llevarlo a un punto de encuentro donde le entregaría al bebé

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Magnus se encontró con Cecil en la cabaña de este último, fue a buscarlo para poder llevarlo a un punto de encuentro donde le entregaría al bebé. Cecil se sorprendió al verle sentado en la oscuridad, sobre el colchón de la cama, con una sonrisa.

"Eres cómo una anguila, escurridiza y tu mordida duele" dijo, frunciendo el ceño al notarlo tan tranquilo. Magnus Winchester era un imán de problemas que se enorgullecía de serlo.

—Oh, me alegra que pienses tan bien de mí —él se hizo a un lado y golpeó el colchón con gesto divertido—. Venga, hablemos un rato.

"¿Qué quieres?" Cecil frunció el ceño, pero de todas formas le obedeció. De alguna manera ya se había dado cuenta que Magnus era demasiado terco cuando se lo proponía.

Ambos se observaron, la sonrisa de Magnus le dio mala espina, parecía un poco travieso, tenía las mejillas rojas. Cecil frunció el ceño, se inclinó, aspirando su olor. Una combinación floral y el dulzor del vino de ciruelas se combinaron, aunque el alcohol era apenas perceptible.

"¿Estás borracho?" preguntó, ladeando el rostro. Este soltó una carcajada y Cecil le golpeó el hombro, Magnus se llevó las manos a la boca, no era conveniente que alguien lo escuchara en la cabaña.

—Sólo me tomé una copa —dijo, finalmente, inclinándose hacia él y colocando la cabeza sobre el hombro del muchacho.

Cecil sintió un escalofrío, sintiendo el aliento cálido sobre su cuello. El cuerpo de Magnus se sentía firme y confortable, normalmente lo hubiera echado enseguida de su cabaña, pero mentiría si no dijera que las palabras de su suegro no le rondaban la cabeza.

Es decir, no tenía ningún interés en el romance, pero sin duda había una espinita que le hacía preguntarse si debería dejarse llevar un poco y eventualmente encontrar a alguien con quien casarse y tener una vida cómoda. Después de todo, en la casa de los Baker había comida, pero demasiados problemas.

—No creas que no me preocupo por la fábrica —dijo Magnus de repente, acomodándose sobre él. Cecil era pequeño y con su edad no pensaba que fuese a crecer más, la malnutrición lo había trasformado en una insignificante personita, por lo que el peso de Magnus hizo que casi se fuera de lado—. No tenemos las mismas preocupaciones, pero ambos queremos que la fábrica siga adelante.

"Pues no lo parece" respondió, frunciendo el ceño, manteniendo apenas el equilibrio "Honestamente tampoco te culpo, este lugar no debe ser nada comparado con las grandes fábricas de los Winchester"

—La muralla está construida con ladrillos, arena y concreto —respondió, levantando la cabeza—. Perder una pequeña fábrica significa para mí perder una pieza importante de nuestro legado. El negocio de la tinta ha sido uno de los más estables y el primero iniciado por mi padre, no permitiré que la fábrica cierre, mucho menos ahora que sé lo que significa para la gente de la isla.

Cecil se le quedó mirando, no estaba muy seguro de que sentir ante aquella declaración, pero le gustó que fuera honesto sobre sus motivaciones.

Magnus le acarició la mejilla, podía notar su mirada ardiente recorriendo su piel. Cecil no se alejó, pero estaba preguntándose si debía hacerlo, si realmente sería capaz de dejarse llevar. Magnus Winchester era una persona extraña, a veces lo odiaba y a veces, como esa noche, no podía apartar la mirada de él.

Una belleza caída en desgraciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora