Epílogo

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Aster era una persona que dormía mucho, así que siempre era el último en despertarse, ese día no fue la excepción, se levantó sólo en la cama, envuelto en un mar de sábanas blancas, Jude se había ido al trabajo y pronto regresaría a la frontera, a...

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Aster era una persona que dormía mucho, así que siempre era el último en despertarse, ese día no fue la excepción, se levantó sólo en la cama, envuelto en un mar de sábanas blancas, Jude se había ido al trabajo y pronto regresaría a la frontera, así que estaba un poco más ocupado de lo normal. Esa mañana Nuri apareció en su habitación y lo ayudó a arreglarse para bajar al desayuno, últimamente se había tomado muy en serio su papel de asistente.

—Ya terminé el libro que me prestó —le dijo en un gesto tímido. Aster sospechaba que era un pequeño demonio por debajo de la fachada, pero por ahora todavía no se sentía lo suficientemente cómodo como para demostrarlo.

—Está bien, nos reuniremos en el taller después del mediodía para ponerte a prueba, necesito saber que tanto entendiste de la lectura —aquel niñito adorable era su centro últimamente, cómo Mr. Lovelace insistía en mantener baja la producción de velas y la semana pasada salió a otro viaje de meses, no tenía nada que hacer en esos días y enseñarle a Nuri le causaba cierta ilusión.

Nuri bajó la cabeza, era muy inteligente, sabía leer y escribir porque las monjas le enseñaron, pero todavía no tenía un gran nivel así que necesitaba aplicarse más. Aun así, era listo, Aster pensaba que podía avanzar mucho si se esforzaba. Estaba seguro de que podría transformarlo en un mago notable.

Ambos estaban llegando a la cocina cuando escucharon un rugido en el recibidor, seguido del grito de Octavia y Matthew. Aster levantó la cabeza y salió corriendo hacia la entrada, donde encontró a los trabajadores acorralados y aterrorizados por un enorme tigre de ojos ambarinos. Era una criatura imponente, de un naranja vibrante y colmillos enormes, se movía en la sala como el depredador que era, pareciendo muy fuera de lugar en aquel sitio de delicados muebles y paredes con papel tapiz.

Aster soltó una exclamación de sorpresa al verlo porque ¿Qué demonios hacía un tigre en la ciudad? El jamás había visto una criatura como esa tan de cerca. No solo su naturaleza salvaje pertenecía a otro lado, también desprendía un tipo de magia que le hizo olvidarse de que él podía lanzar hechizos. Aster tomó aire y su pecho se llenó de una sensación de familiaridad, él conocía esa energía, se sentía como la propia, pero más pura, más poderosa.

El tigre lo miró y levantó la cabeza cómo un cachorro.

—¡Su majestad! —habló con voz humana, con una clara emoción en su voz.

—¡Ay mierda! —Magnus y Cecil entraron detrás de él, este último empujó a Cecil de regreso a la cocina y se puso en guardia, Aster imaginaba que intentaría transformarse en una criatura igual de poderosa que ese tigre, pero le hizo una seña para que se detuviera.

—¿Me estás hablando a mí? —preguntó dudoso. Había algo peculiar en esa criatura, no sólo era el hecho de que no se trataba de un tigre normal, sino de un espíritu de las montañas, también estaba esa energía extraña a su alrededor, magia primordial y esa extraña familiaridad que le hizo querer correr hacia el tigre y besar su cabeza. El animal lo miró con amor y respeto, al parecer el sentimiento era mutuo.

Una belleza caída en desgraciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora