32

117 24 7
                                    


Magnus estaba sentado junto a Aster, quien había presumido al pequeño Nuri toda la mañana antes de que este se quedara dormido en uno de los sillones

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Magnus estaba sentado junto a Aster, quien había presumido al pequeño Nuri toda la mañana antes de que este se quedara dormido en uno de los sillones. El niño estaba arropado mientras el resto tomaban el té, pero cada cierto tiempo se despertaba sorprendido, luego se volvía a acostar casi enseguida. Aster le había mencionado que Nuri tenía problemas para dormir, así que le había hecho una vela especial para que descansara, con la esencia favorita del niño. Al principio las velas no funcionaron muy bien en él, pero conforme avanzaban las noches estaba acostumbrándose.

Ya se estaba haciendo tarde así que pronto tendría que marcharse, Magnus esperaba poder hablar un poco más con Cecil antes eso, lastimosamente Jude lo acapararon por horas antes de que saliera a tomar el té y luego Miss West le encerró en su cuarto alegando que debía peinar su cabello y estar presentable para sus invitados, aquello le causó gracia, el cabello indomable de Cecil era uno de sus rasgos característicos y lo vio así durante meses, sin embargo, ahora que estaba en la ciudad lo trataban como a un señorito que se crío en un palacio.

—¿Sabes que estaba pensando? —Aster se comió una galleta, tenía una sonrisa enorme en los labios y un brillo ligeramente malicioso en su rostro. A Magnus no le gustó esa expresión, Aster estaba cambiado desde la última vez que lo vio, antes de marcharse a la isla, en ese entonces su expresión era suave, pero ausente, parecía estar marchitándose dentro de la casa, cómo una rosa que fue guardada lejos del sol ahora parecía más vivo, brillaba con luz propia.

—¿Qué cosa? —Magnus entornó la mirada, sin saber que esperar.

—Si quisieras pedir la mano de Cecil, tendrías que solicitar la aprobación de mi marido, ya que es su familiar más cercano y quien se encarga de su cuidado —por la forma en que lo dijo se notaba que le hacía mucha ilusión, pero a Magnus el comentario le cayó como una patada en el estómago. Seguía pensando que su hermano merecía un mejor matrimonio y no le caía nada bien Jude Brummell, aunque después de su tiempo en la isla tenía que admitir que no era un esposo tan mediocre cómo pensaba al principio. Aun así, le dolió en el orgullo de sólo pensarlo.

—Oye ¿Te estás burlando de mi? —preguntó frunciendo el ceño y cruzándose de brazos. La idea de pedirle cualquier cosa a Jude Brummell lo ponía de malas.

—Claro que no, es la verdad, tienes que agradecer que Jude no es un mal hombre, nunca te ofrecería un trato cómo el que le dio mi padre a él —explicó, su sonrisa flaqueo un poco al decir aquellas palabras.

—Bueno yo podría pagar la cantidad que mi padre pidió sin problemas, lo que pasa es que tú marido es un pobretón —espetó, enseguida se arrepintió de lo que dijo y miró a Aster para ver si no se había molestado, aquellos dos parecían haberse vuelto cercanos en los tres meses que estuvo fuera y no quería tener una mala relación con su hermano por culpa del marido.

La expresión de Aster era extraña, se le quedó mirando un poco confundido, cómo si no supiera si Magnus estaba bromeando o no.

—No estoy hablando del dinero —dijo. Ambos se quedaron en silencio, Aster esperando una respuesta y Magnus sin saber que decir.

Una belleza caída en desgraciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora