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Magnus estuvo trabajando duro las dos semanas siguientes, la mitad de sus esfuerzos se centraron en arreglar las cosas en la isla, la otra mitad en mantener las manos lejos de Cecil, que se paseaba frente a él con la nariz apuntando al cielo, como...

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Magnus estuvo trabajando duro las dos semanas siguientes, la mitad de sus esfuerzos se centraron en arreglar las cosas en la isla, la otra mitad en mantener las manos lejos de Cecil, que se paseaba frente a él con la nariz apuntando al cielo, como si fuera demasiado bueno como para permitir que Magnus siquiera lo mirara y ese desdén suyo lo excitaba cómo no tenía idea.

Nunca se había considerado un masoquista, todavía no lo hacía, pero la forma en que Cecil lo ignoraba le hacía querer obligarlo a darse la vuelta, quería que lo mirara, que lo deseara, que dejara atrás sus reservas, que mandara al diablo al inútil de su marido y al estafador de su suegro. Pero no podía hacer nada al respecto, se dio cuenta demasiado pronto, para empezar, no era buena idea acostarse con un hombre casado, sin importar las reglas de la isla, no era algo que se encontrara dentro de su brújula moral. Por otro lado, Cecil era un chico de la isla, su vida estaba ahí, sus amigos, su matrimonio, todo, era sólo un chico que se crio en el campo, no podía dejar que una persona así le nublara los sentidos.

Y vaya que lo hacía.

Después de acostarse con él se dio cuenta que no podía hacerlo una segunda vez sin comprometerse, lo deseaba demasiado, de una forma que era difícil de explicar, lo comprobó al día siguiente, cuando le mostró su habilidad cómo cambiaformas sólo para animarlo porque parecía deprimido. No sabía que otra clase de tonterías podía hacer si continuaba involucrándose con él.

Magnus se encontró enterrando las uñas en su propia piel cada vez que su mente corría en direcciones salvajes: "Mi padre lo odiará, ya suficiente ha sido con el matrimonio de Aster y Jude, si yo aparezco con este insignificante chico de la isla me arrancará la cabeza."

No es que el tuviera la intención de casarse con Cecil, en lo absoluto, era cierto que tenían mucha química sexual, pero eso era todo, sin embargo, hablando en el hipotético caso de que el chico se divorciara y fuera a la ciudad, las cosas serían demasiado complicadas. Cecil sería un divorciado, sin fortuna ni educación.

¿Eso realmente importa?

Magnus gruñó y continuo con su rutina diaria, intentando ignorar a esa cosita sensual que lo trataba con desprecio.

"Los trabajadores están reunidos, ya colocamos las carpas, he organizado todo para que no haya aglomeraciones, si quieres agregar algo puedes hacerlo ahora" Cecil señaló el campo abierto, donde las tiendas estaban dispuestas para que el personal médico se encargara de todo. La jornada duraría el día entero, así que Magnus se aseguró de que la fábrica cerrara ese fin de semana, agregaría un par de horas extras la siguiente semana y se recuperarían para cumplir con la cuota de ventas rápidamente. Había planteado esto a los trabajadores y todos estuvieron de acuerdo, porque la atención médica era cara y una campaña de salud como esa era muy rara en la isla.

Magnus había utilizado algunos fondos extra que le dio su padre para organizar todo. En realidad, la salud pública era barata, sobre todo en esa zona del país, pero era un gran desastre organizar aquella campaña teniendo en cuenta que la isla técnicamente era independiente. Cómo sea, luego de algunas visitas a la costa y mucho papeleo estaba ahí.

Una belleza caída en desgraciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora