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Magnus decidió escuchar a Cecil a pesar de que lo único que quería era destruir a Jeffrey Baker y a toda su familia, por lo que, para olvidarse del asunto, se volcó en el trabajo

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Magnus decidió escuchar a Cecil a pesar de que lo único que quería era destruir a Jeffrey Baker y a toda su familia, por lo que, para olvidarse del asunto, se volcó en el trabajo. Los nuevos uniformes llegaron una semana después, eran bastante caros, pero tan seguros que no tendría que preocuparse por las condiciones de la mina. Aquella era una solución temporal, las minas no eran seguras, por lo que tendrían que clausurarse tarde o temprano, sin embargo, los Winchester estaban a la cabeza en el negocio del carbón, por lo tenía muchas opciones si lograban superar la crisis actual.

Cuando los trajes se entregaron, la fábrica comenzó a trabajar a toda máquina. Necesitaban recuperar las pérdidas de la semana pasada, por lo que aquello se transformó en una especie de batalla a marchas forzadas, Magnus nunca había trabajado tanto en la vida, faltaba poco para la boda de Cassian y estaba deseando ir, pero si las cosas seguían igual, le molestaba que los Baker aprovecharan su ausencia para meterlo en problemas.

"Magnus" una tarde cualquiera, Cecil se acercó a él con una sonrisa relajada en los labios. Últimamente pasaban mucho tiempo juntos gracias a que se había involucrado un montón en el negocio, aunque no era parte de la línea de producción estaba constantemente prestándole magia a los trabajadores, pues estos estaban en su límite, lo único que pareció animarlos fue el hecho de que ese trimestre les pagaron cinco monedas de plata en lugar de tres. Era poco, pero Magnus pretendía hacer los cambios con calma. A los trabajadores que estuvieron incapacitados se les dio tres monedas, pero estaban conformes con eso, porque las dos monedas restantes se utilizaron para cubrir gastos en medicinas.

Magnus sintió una punzada de culpa al notar la forma en que todos lo miraban cómo una especie de salvador, incluso Cecil adquirió un brillo especial en los ojos ahora que estaba comprometido con salvar la fábrica, eso le generó una extraña sensación de incomodidad, poco a poco comenzaba a acostumbrarse a la presencia del muchacho y se volvió algo común compartir besos a escondidas. Cecil se estaba dejando llevar y Magnus estaba cada día más inconforme con el matrimonio del muchacho. Le pesaba saberlo marido de otro hombre, incluso si no compartía cama con el viejo lagarto, era un desperdicio tener que esconder su relación.

"¿Magnus?" Cecil le habló una vez más, confundido por la expresión amarga en su rostro. Este le respondió con una sonrisa incómoda.

—¿Qué pasa? —preguntó, frunciendo el ceño.

"Esta noche habrá un festival de pesca" el chico señaló el cielo, que estaba muy nublado, el sonido de los truenos se escuchaba desde la mañana, pronto habría una tormenta.

—¿Con este clima? —preguntó, extendiendo la mano, en ese instante las gotas de lluvia comenzaron a caer poco a poco.

"Es el mejor momento" afirmó Cecil, observándole con expresión divertida, cómo si no esperase que realmente se fuera a unir a ellos. Era extraño verlo así, tan tranquilo, tan relajado, le daban ganas de arrastrarlo a algún rincón de la isla y hacer que su cuerpo se destensara aún más.

Una belleza caída en desgraciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora