Pincel rojo [L.S]

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¿Que cómo había conseguido mantenerme vivo?

¿Se creen que soy idiota?

La ventaja de ser pobre era que te volvía un ladrón de manos rápidas. No me fui con los bolsillos vacíos, estaban repletos de pan, con mi abrigo de tela barata goteante, sabia a donde iba a llevarme.

Los presos hablaban mucho de ese lugar.

Pasar hambre y sed no me impidió vivir antes, podía sobrevivir con lo que para muchos era nada aunque ese lugar olía a muerte y no había casi aire.

Todo eso valió la pena cuando al salir vi la cara de completa sorpresa del rey perder su color.

Que tonto de su parte querer creer que soy tonto, su majestad.

Quémeme vivo y mi cadaver sun así lo perseguirá.

Jamás había odiado con tanta intensidad a alguien como lo hacía con el.

Jamás.

🌙

–¿Hace cuanto no tomabas una ducha, cariño?

Me pregunto una bonita beta que según ella ahora era mi dama de compañía en esta bonita habitación.

Me preguntaba si en verdad si había muerto y esto era el cielo.

Pero ya había visto al rey, no podía ser el cielo si ese ser despréciale estaba en el.

–¿Con jabon? Sinceramente creo que nunca.

–¿Nunca?

–El hogar apenas tenía agua, Gina.

Por cierto, ella se llamaba Gina.

–¿Nunca a experimentado el calor hogareño? ¿El cariño?

–Eh tenido todo eso, pero nada de eso me pertenece en realidad.

–No lo comprendo.

–Nunca quise que me adoptaran por alguna razón. Pero siempre andaba en la calle, leía historias a los niños apenas aprendí a leer, ellos me querían mucho. Cuando quedé en calle, todos esos niños y sus padres me dieron hogar, nunca fue mi lugar.

–¿Usted los rechazaba?

–Si la vida no me dio una familia originalmente algo tendré que aprender. Viviendo en la calle se aprenden tantas cosas¿sabes hace cundo no me enfermo?

Ella niega totalmente sorprendida lavando mi cabeza.

–Hace muchísimo. No te contaré las veces que intentaron violarme, de ahí conseguí mi cuchillo, me lo quitaron cuando acuchille a los soldados esos.

–Usted es la persona más valiente que conozco.

–No lo creo, Gina. Tu eres muy valiente a tu manera, solo que fuiste afortunada.

Ella sonrió.

–Jamás podría compararme con todo lo que viviste y sobreviviste.

Me quedé en silencio, ese mal estar en mi estomago se instaló.

No estábamos solos. No lo estábamos desde hace un rato, pero ahora nos miraban.

Respire.

Era el rey.

Me hundí en al tina sacándome el último producto que me puso Gina y mira hacia la puerta que estaba a mis espaldas.

–Su majestad.

El rey sale poco después de su escondite detrás de la puerta.

–¿Disfruta de la charla o de la vista?

–Solo estaba escuchando, ni que quisiera verte a ti.

Esta bien, guárdate ese mal estar para ti omega.

–Entonces le recomiendo voltear.

Salí del agua y vi como se daba cuanta de manera inmediata ora no ver mi desnudez.

Menos mal, no quería que me viera.

Me puse la bata y pase por un lado suyo a la habitación comiendo más de la bandeja de comida que habían traído para mi.

–¿Se le ofrece algo?

–Exijo saber si alguien te ayudo a sobrevivir.

–Me sigues subestimando.

–Habla.

Exigió parado en una esquina de la habitación.

Yo me cruce de piernas sentado sobre mi escritorio.

Estaba vestido con una camisa blanca y pantalones negros, tan simple que no parecía un rey a decir verdad. Pero si portaba ese porte que gritaba exageradamente te que el era superior a todos y a todo.

–Nadie me ayudó, pero necesitas más para matar a alguien que vivió la pobreza toda su vida, en la mayor expresión de la palabra.

El se quedó callado solo observándome. No iba a bajar la mirada por más que mi omega lo deseara.

Hace mucho había dejado de hacerlo.

–Espero que ese haya sido su último intento de matarme.

En serio lo esperaba.

–Soy un hombre de palabra, dije que si sobrevivías tendrías tu habitación y tu dama de compañía.

Gloria a Dios.

–Pero no te quedarás de perezoso viviendo de arriba. Esta noche en mi habitación, quiero otra pintura.

Dice saliendo de la que ahora es mi habitación sin decir nada más.

Yo relajo mi postura completamente derrotado por el cansancio físico.

Tomaría una siesta.