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–¡Quédate quieto, por todos los dioses!

Harry estaba acabando con mi cordura.

Ningúno de mis pintores me había gritado tanto como el en una hora, no era tan facil quedarse quieto tanto tiempo.

¿No podía solo hacer su trabajo?

–Tu ni siquiera sabes lo difícil que es.

–¿Quedarse sentado haciendo nada? Debes ser un profesional en eso.

–A ti nadie te ah pintado, tu no sabes nada.

Rodé los ojos.

Vi como se levantaba de su lugar y caminaba hacia mi, tan cerca que me vi obligado a volver a sentarme al tanto de su cercanía. Sus manos llenas de pintura levantaron mi cabeza, posicionaron mi rostro de la manera en la que venía tratando de quedarme todo este tiempo.

Mi piel se erizo a su tacto.

–No me toques con tus manos asquerosas.

–Te vez aún más feo de cerca.

Me dice sin una pizca de vergüenza ni chiste en su tono de voz y un gruñido nace de mi garganta.

El se aleja poco después y sigue pintando.

–¿De quien estabas hablando en la cocina?

–Te dije que te quedarás quieto y hablas.

–¿De quien estabas enamorado?

Se suponía que un rey debía tener sectretos, pero en su lugar yo era un libro abierto de par en par, mis páginas eran claras, no tenían códigos ni patrones a descifrar. La gente solía enterarse de todo lo que hacía hasta antes de que lo hiciera.

Sin embargo Harry tenía tantos secretos que a veces en vez de pensar en un libro cerrado pensaba en una caja fuerte, que solo si te acercabas por el costado y muy a escondidas escuchabas los pobres murmullos.

Harry no contesto mi pregunta. Ni ninguna otra y pensaba en obligarlo a hacerlo pero era imposible.

–Ya tengo todo, solo hace falta ponerle colores. Si quiere puede irse.

Quizá algún día tendría tantos secretos como el, sin embargo hoy por hoy no tenía ninguno.

Me levante con un suspiro pesado y me fui.

Tenía mejores cosas que hacer.

🌙

Mis fieles amigos habían venido a facilitarme la vida con su presencia, estábamos tomando en la que era mi oficina mientras charlábamos.

Era un encuentro de una o dos veces al mes.

El rey de Pakistán y el rey de Irlanda.

Zayn y Niall.

–Camille me tiene agotado con su embarazo, esa mujer va a volverme loco.

Se queja Niall de la reina de Irlanda.

–Hermano, por lo menor ya tienes heredero. Los omegas de mi reyno son todos feos.

Me carcajeé ante al comentario de mi amigo, tirando los dados sobre la mesa y celebrando ante un puntaje alto.

–Dame El Oro, Javadd.

El morocho me lo dio entre quejas aunque sabíamos que tenía oro hasta para bañarse en el mil veces.

Seguimos jugando por un rato olvidándonos de nuestros títulos, nos conocíamos desde siempre aunque al principio Zayn quería golpear a Niall por haber anudado con su hermana, la princesa. Pero ahora éramos inseparables, simplemente mi reino era el punto de encuentro, a veces el de Zayn, no podíamos molestar a la reina embarazada en el de Niall.

Pincel rojo [L.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora