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Hace tres días que Louis revoloteaba en mi casa días y noches. Aprendía a cocinar mientras el me enseñaba por las tardes algo llamado "física" y mientras tanto a veces vigilábamos la construcción de la escuela, la que le faltaban las instalaciones de pizarras y los vidrios para comenzar a funcionar.

Ahora no caminaba de otra forma que no fuera de su mano.

–¿Liam te mando eso?

–¡Si! Allí en donde vive el hacen mascarillas.

Louis me miro extrañado con esa crema con textura rara, según Liam era de una planta especial de allí y miel.

–Mmm... quiero una recompensa por esto.

–No te dare un beso, estamos siendo muy melosos últimamente.

–Quiero que me cuentes un secreto que no me hayas dicho.

Vaya.

No me gustaba contar mis secretos a nadie. Solía esconderlos y vivir sin tener que revelarlos porque a nadie le interesaban lo suficiente.

Pero Louis había querido saberlos desde que nos conocimos.

–No lo se...

–Vamos, ya no me odias, puedo saber alguno.

–Sabes más de mi de lo que nadie sabe, deberías conformarte.

El rueda los ojos viéndose lindo con esa mascarilla mientras se enojaba.

Un secreto...

El era mi alfa ahora, debía contárselo.

–Hay una razón los la que no me siento listo para anudar aún a mi edad.

–Eres bastante joven.

–Si, pero a esta edad normalmente todos ya lo hicieron. A mi me ofrecieron ser prostitution para no vivir en la calle y aún así nunca quise que ningún alfa haga eso.

–¿Te violaron?

Que sutil.

–No, pero imagíname a mi viviendo en la calle, o a mi en ese orfanato con ese maestro que fingía odiarme. Intentaron anudarme muchísimas veces, es por eso que tuve que aprender a defenderme sin miedo.

–Que horror, omega.

–Por eso cuando tus guardias vinieron de la nada, pensé que iban a lastimarme entre todos, y comencé a clavar mi pobre cuchillo para todos lados.

–Ellos aún te temen.

–Y si debo confesar algo más, si te tuve miedo muchas veces, a ti, a las situaciones en las que estaba. El pozo ciego es... algo que no me gustaría repetir.

El me frena besando mi mano con total arrepentimiento.

–Lamentó tanto todo lo que te hice pasar.

–Tranquilo. Cualquiera recibiría ese castigo al tratar de esa manera a un rey.

–Cambié.

Estaba realmente exaltado. Pase una mano por su cabello y el negó disgustado con sus pensamientos.

–Se que lo hiciste.

La puerta fue tocada de manera miedosa, Louis se puso serio enseguida, convirtiéndose en rey, dejando de ser mi Louis cariñoso. Yo sonreí al ver que al abrir era Sebastián, me carcajeé al ver la cara del sirviente cuando vio que louis llevaba una mascarilla en la cara.

–Su majestad, no quiero molestar. Pero no es moral para un rey pasar muchas noches fuera de su castillo sin justificación.

–Te doy una, estoy con mi omega.

Pincel rojo [L.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora