Epilogo

426 43 0
                                    

Epílogo

Seque las lágrimas de mi omega en cuanto nuestra hija recibió la corona en su cabeza. Su mano era fuerte contra la mía, tan fuerte como siempre lo había sido mi omega.

Sarah nuestra bella omega había cumplido sus veinticinco cuando nosotros decidimos pasarle nuestro cargo a ella. Su alfa estaba a un lado de nosotros mirándola orgulloso, el pequeño Dante, que ahora era un gran caballero luego de cuidar a nuestra hija toda su vida.

No podíamos estar más orgullosos de ella, la familia Malik y la familia Horan estaban obviamente también allí.

Apoyando a nuestra nueva reina.

–Larga vida a la Reina Tomlinson.

–¡Larga vida a la Reina Tomlinson!

Se escucharon gritos por doquier cuando salió del palacio anunciando su nuevo reinado, ella fue directamente a abrazar a su alfa y luego a nosotros.

Harry no paraba de llorar.

–Omega, cálmate por favor.

–¡No me digas que me calmé! Mira nuestra pequeña, alfa. Toda una reina como su padre.

Mi omega ya estaba cerca de llegar a los cincuenta, lo que yo no entendía para nada, para mi el siempre iba a tener veinte e iba a estar revoloteando por los pasillos con miles de ocurrencias.

Tal como era ahora.

Lo agrave por la cintura y deje un beso en sus rizos.

–Mamá, aspiró a ser más un rey como tu que como papá.

La miré ofendido.

–¿Que dices Sarah? Tu padre fue un gran rey.

–Anda, tú reina, ve a saludar a tu gente.

Ella me sonrió antes de hacer lo que dije.

Era un buen comienzo.

🌙

–Louis, por el amor de Dios, me manoseas como si fuera un adolecente.

No apartó las manos de sus bonitas caderas aunque el se queje, y besó su marca con entusiasmo.

–Mira lo bonito que estas, no me puedes culpar.

–No tienes que mentir, se que ya no soy un el omega joven con el que podías hacerlo todos los días.

–Para mi eres el mismo hermoso omega de siempre.

–Ya basta, no me toques las piernas.

Dice con una sonrisa divertida y traviesa.

–¿Tu crees que no puedo hacértelo todos los días?

–Louis, basta me haces reír.

–Si tu me permites, te anudare a cada minuto, si ya no tenemos responsabilidades.

–¿A cada minuto? Comencemos por un ahora y mañana otro ahora...

–Eso haré, también te amare a casa segundo, es la promesa más fácil de cumplir.

–Es lo que hacemos, alfa.

Su sonrisa me hace sentir flotante, el toca mi barba ya casi repleta de canas a mis cincuenta y seis.

El amaba mi barba, yo la odiaba.

Solo estaba ahí para el.

Como todo yo.

Pincel rojo [L.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora