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Pov de Louis a los 17 años:


El salón estaba silencioso, a mi padre no le gustaba que hablen mientras comemos en el gran comedor del castillo. Aún así como rápido, estaba ansioso de ir a conocer a los dueños de la panadería bonita.

Era la primera panadería que se habría en el pueblo.

–Padre, deseo poder hablar.

Dije algo miedoso, el hizo una seña permitiéndome hablar.

–Necesito retirarme de la mesa, debo...

–Solo vete.

Asentí, agradecía que no le interesara lo que hacía en momentos como este.

Camine con rapidez saliendo del castillo antes de que mi sirviente me quisiera acompañar. Me quite la gran túnica, a mi madre le gusta que la usara aunque a mi no me gustaba, hoy había sido de mucha ayuda para esconder la ropa de plebeyos.

Llevaba ropa simple, de colores apagados y zapatillas de tela.

Comencé a correr en camino a la panadería. Las calles estaban llenas de gente por el día de la navidad, oh, por cierto, hoy era navidad en el medio día.

Cuando llegue enfrente de la panadería me frene a mirar las delicias que se podían saborear desde aquí afuera, a través del cristal. Pero no era el único en disfrutar visualmente de esas galletas.

Cuando mire hacia el costado vi a un pequeño, no debía tener más de doce años, con tantos abrigos que parecía una pelota tierna. Sus ojos verdes miraban la vidriera hipnotizados, ni siquiera había notado que yo estaba ahí.

–¿Tu que vas a comprar?

El pequeño Omega, que no llegaba a oler por la cantidad de abrigos que Cumbrian toda su persona, aunque no era difícil deducirlo.

El me miro saliendo de si hipnosis, se me quedo mirando con los ojos bien abiertos, con la pupila muy dilatada. Su rostro era blanco, con labios rojos, algunos rizos caían de su corro de lana de manera encantadora a su rostro.

Era un ángel en la tierra.

Pero era muy pequeño.

–Yo...

Trago saliva sonrojándose cuando sonreí.

–Yo no puedo comprar nada.

–¿Por que?

–Como lo qué hay en el hogar.

Dijo apuntando al hogar para niños huérfanos que estaba por la misma calle.

Que pena.

–¿Cuantos años tienes?

–Tengo diez.

Si lo piensas de alguna manera, mi madre acordó su casamiento to con mi odre con el de mi edad y ella de seis años.

Podría llegar a... esperar.

–Solo dime cuál quieres, te lo compraré.

El se sintió algo asustado.

–Mi maestro va a enfadarse.

–Diles que van del nombre del príncipe Louis.

Le guiño un ojo de manera amigable, pero el se sonroja aún más.

–Gracias.

Entramos a comprar unas cuantas galletas de chocolate y canela. El comió una con los ojos llenos de brillos.

–¡LOUIS!

Vi a mi sirviente sacar su cabeza por la puerta del Carrie she y supe que era hora de correr.

–Te buscaré otro día, ángel.

Saco una galletas de la bolsa dejándoselas todas a el, el se queda conjelado mientras yo comienzo a correr.

Tenía muchas cosas que preguntarle a mi padre.

🌙

Esa noche en la cena de navidad, todos de la monarquia estaban reunida en el castillo. Lamentablemente todas las omegas estaban encantadas conmigo, aunque no eran del todo lindas para mi.

–Padre.

Este me mira desinteresado.

–Solo tengo una duda.

–No comiences a balbucear.

Asentí.

–Es sobre mi futuro matrimonio.

El y mi madre me miraron enseguida.

–¿Te llamó la atención una omega?

–Uhm, si. Hoy en la panadería me encontré a un Omega que en serio parecía un ángel, como mamá le dice a las flores, un ángel así.

La mirada de mi padre se amarga.

–Un sangre sucia.

–No, padre. Ellos me caen bien.

–Eso es asqueroso.

Lo mire extrañado

–No son asquerosos.

Cuando menos cuenta me di ya estaba siendo arrastrado a las habitaciones de arriba, no se detuvo a ver si me dolía su agarre, iba a quedar lleno de moretones.

Me tiro con tanta violencia al suelo que temí por mis huesos.

–Con que te gusta hacerte pasar por un sangre sucia.

Lo mire con terror, hace ya tiempo no me golpeaba.

Tenía tanto miedo que no quise ni abrir la boca.

El se saco su cinturón de plata, el que todos los reyes llevaban en la cintura.

–¿También te gusta un Omega sangre sucia? ¿Planeabas casarte con ese asqueroso ramo de estiércol?

Me golpeó fuertemente en el torso, grite agonizando cuando el siguente golpe vino en las piernas.

–Padre, por favor.

No podía ni gritar, no tenía voz. Te is muchísimo miedo, quería ayuda, quería que alguien me salvara pero todos le temían a mi padre.

–Nunca mas volverás a hablar con un sangre sucia. Será una puta ley, el que se anime a hablarnos será quemado.

Los golpes no pagaban de llegar por todos lados, me dolía la carne hirviente del cuero por los golpes.

–¡TE QUEDO CLARO!

Jamás me había golpeado de tal manera, quería contestar pero todo dolía.

–S-Si, padre.

Como si yo mo estuviera a punto de colapsar en el piso, el se pone su cinturón con algunas manchas de sangre que no sabia que había sacado de mi cuerpo y se largo de ahí.

Tenía espasmos de dolor que mi me permitían ni moverme de la posición en donde estaba ahora mismo. Solo le rogaba a Jesús para que me ayudara en esta agonía, quería volver a sentir mi cuerpo.

Desde ese momento me juré no hablar nunca más con la gente del pueblo.

Ah, por cierto.

Feliz navidad...

Pincel rojo [L.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora