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¿Como comencé a pintar?

Esa era la pregunta que el Rey me hacía cada que te iba oportunidad. Esta noche fueron al menos tres veces.

Pregunta que yo evito.

Pero era difícil ocultarle algo a este alfa cundo de verdad tenía la curiosidad. Había terminado de hacer otra pintura, se la entregue tratando de salir enseguida de su habitación pero el no me lo permitió.

Mientras menos datos el supiera de mi yo estaría más tranquilo.

Suponía que no podía mentir porque el siempre sabía cada que mentía aunque mi olor no me delatara porque no podía olerlo.

Pero el lo sabía.

–Puedo estar aquí toda la noche hasta que me lo digas.

Rode los ojos.

–¿Por que eres tan insistente?

No pensaba tutear a alguien que no merecía mi respeto.

–Es solo una maldita pregunta.

Suspire agotado.

–Mi maestro anudaba con cada omega que cumplía los dieciocho, luego las lanzaba a la calle.

Al maestro no le interesaba si ellas quedaban en estado, y eso que muchas de ellas vinieron a reclamar su embarazo echándole a culpa a él.

Pero a él eso no le interesaba.

–¿Te dejaba verlo?

No, yo espiaba.

¿Por que?

Me aburría pintar solo flores, sus posiciones eran mucho más exóticas de pintar.

–¿No piensas responder?

Me quedé callado.

Este hombre me hacía querer vomitarle la cara de ácido, a ver si así dejaba de molestar.

–¿Te lo hizo a ti? Antes de dejarte en la calle.

Apreté los dientes.

–No.

–¿Por que a ti no y a ellas si? ¿Porque eres omega hombre?

No, el me odiaba. Decía que era una plaga por ser omega hombre, aún así me obligaba a tomar mis duchas frente a él. No se tocaba frente a mi, lo hacía después, cuando yo me iba.

Intento anudarme más veces de las que me gustaría a los catorce, quince, dieciséis, diecisiete, dieciocho.

Siempre que intentaba sedarme con algún alcohol o droga. Nunca lo lograba, no quería que yo supiera que el me deseaba así de mucho.

–Bien, no hables.

Dijo con un deje de molestia en su voz.

Me miraba con desprecio.

–¿Terminaron las preguntas?

El alfa hizo una seña restándole importancia y yo salí de ahí no resistiendo ni un segundo más su fuerte olor a Ámbar.

Tan de la realeza y tan de alfa puro Que intentaba no respirar cerca de el.

Esa madrugada entré en celó.

Odiaba mis celos.

Como una persona que vive constantemente en la calle es imposible esconderse de los alfas sedientos en la calle.

Por suerte tenía un buen amigo Liam, un Omega con olor a uvas que era prostituta en un burdel y me aguardaba en su casa durante todos
La celos.

Unas cuantas veces me ofreció trabajar ahí, pero a mi me da vergüenza.

Pincel rojo [L.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora