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Odiaba tener que estar en la misma habitación que ellos cuando anudaban . Odiaba sus olores, odiaba los sonidos obcenos que producían, los gemidos de la duquesa, los gruñidos del rey.

Odiaba que Louis no dejaba de mirarme ni un segundo mientras la anudaba.

Mi cara no dejaría que nada de lo que su mirada rozando lo obcensmente feroz me produjo en esos momentos.

Lo odio, su majestad.

Pero aún así siento ese vértigo en el estómago cuando usted me mira de esa forma.

¿Me entiende con claridad si le hablo con cautela?

Lo odio, su majestad.

Desde siempre.

Pero alguna vez no lo odie.

Alguna vez nuestras miradas ya habían chocado.

–¡Oh! ¡Louis!

Una bofeará resonó en toda la habitación.

Salí de mis pensamientos cuando vi al rey gritarle a la duquesa y a la duquesa salir de la habitación desnuda, entre lágrimas.

¿Que demonios?

El puso su bata y abrió las ventanas.

Luego me miro.

–¿No vas a preguntar que paso?

Que lastima, su majestad. Ahora no podía hacer otra cosa que no fuera odiar al hombre en el que las interminables riquezas lo convirtieron.

De todas formas negué.

–¿Acaso no te interesa absolutamente nada de lo que hago?

–¿Por que lo haría?

–Ella dijo mi nombre, ¿sabes lo que significa?

Baje mi mirada para terminar la pintura.

Tenía intriga, más no lo diría.

–Solo mi omega puede llamarme por mi nombre.

Seguí sin prestar atención. Aunque estaba más que interesado en esto, no lo sabía. Y ahora no recordaba si yo lo había llamado así.

–¿Y por eso la golpeaste?

–Lo hacen a propósito, si yo sigo significa que la acepto como mi omega. Es tan molesto, siempre quieren intentar lo mismo.

Asentí terminando la pintura, solo me habían faltado las piernas.

–Aún así no deberías golpearla.

–Todo lo que hago lo cuestionas y criticas, no se puede ni hablar contigo.

–A todo el mundo golpeas.

Digo negando bastante arto de esta conversación.

–¿Y entonces no te preguntas quien me golpea a mi?

Lo mire por primera vez en toda la conversacion.

–No eres el único con traumas y cicatrices, sangre sucia.

Me levante a entregarle la pintura que acababa de hacer.

–La diferencia es que yo no hago lo que no me gusto que me hagan.

El recibió la pintura sin dejar de mirarme, totalmente concentrado.

–Yo-

–¿A ti te gusto que te golpearan?

–Obviamente, no.

–Entonces no golpees.

Con eso último me retire de su habitación, a veces me parecía algo tonto tener que aclarar cosas tan obvias. Pero si su cara de reflection era genuina, entonces esperaba que algún cambio positivo se produjera en base a eso mismo.

No sabemos cuantas palabras hacen faltas para retorcer un pensamiento.

🌙

Otra noche más en la que ese descarado Omega me quitaba el sueño.

No debía ser al único alfa al que se lo quitaba, mis guardias le tenían miedo. Mis sirvientes lo amaban, los presos lo amaban, el pueblo lo amaba.

Todos lo amaban.

Estaba seguro de que si pudieran elegir lo elegirían a él sobre mi persona mil veces.

Eso estaba matándome.

¿No hacer lo que no te gusto que te hagan?

Y si yo lo pase, ¿porque alguien tiene que ser más afortunado que yo?

Me levante de un salto.

–¡Tengo un secreto!

Acababa de descubrir mi primer secreto.

Camine por el pasillo hasta entrar a la habitación del omega sangre sucia.

Este se levantó alerta apenas entre, aunque hubiese sido silencioso.

–¿Que quieres?

–No eres el único que tiene secretos ocultos.

El me mira adormilado.

–¿Estas drogado?

Lo mire igual de adormilado.

–No, pero tú nunca dejas que nadie sepa nada de ti. No me hubieras dicho tu nombre real si yo no lo hubiera sabido.

–No tengo porque contarte nada, solo vengo a pintar.

–Mi padre me golpeaba muchísimo cada que me relacionaba con alguien de sangre sucia. Si les hablaba, si solo los miraba con otros ojos que no sean de superioridad. Me golpeaba hasta sangrar.

El bajo la mirada apenas dije eso.

–El nunca me dijo que me amaba. Y engaño a mi madre muchas veces, mi madre si me decía que me amaba y me abrazaba.

–Louis, deberías ir a dormir.

Tenía los ojos inundados en lágrimas.

–Solo cuéntame uno de tus secretos, uno solo.

De seguro me veía patético. Ni siquiera tenía que pensarlo más de dos veces, lucía patético como nunca antes, me costaba mantener la maños quietas.

Tembloroso.

Estaba perdiendo la cordura.

El me miro dudoso, pero suspiro y decidió hablar.

–Me preguntaste de quien había estado enamorado.

Asentí.

–Hubo un tiempo en el que me enamoré de un alfa, yo tenía diez, no sabía de su existencia antes aunque fuera por pura ignorancia. Hablamos una vez en la calle y no pude olvidarlo después de eso, el si lo hizo, pero se convirtió en alguien lleno de maldad.

Me quedé perplejo.

–¿Es tu maestro?

–No, vuelve a tu habitación.

Eso hice.

Fui tonto al pensar que había sido su maestro, el conocía a su maestro desde mucho antes de los quince años, hubieron hablado antes de que el saliera a la calle. En el hogar para niños huérfanos, la misma calle por donde yo paseaba antes de ser anunciado el próximo rey.

Nadie sabía de mi antes de eso.

Tenía mucho sueño para seguir pensando, mejor me iba a dormir.

Me recosté ya un poco menos exaltado, una tranquilidad invadía mi pecho, aunque el nudo en el estómago seguía ahí.

Los problemas jamás iban a desaparecer, pero...

¿El me había llamado "Louis"?

Pincel rojo [L.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora