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- No se porque te quejas siempre, si es muy divertido. ¡Mira, una señora me dio dulces! -

- Bueno, eso es porque no estabas atrás con los hornos - se desabotonaba algunos botones de su camisa y aprovechaba la soledad del tren para intentar refrescarse un poco - y no me quejo, a cualquiera le desagrada estar todo sudado la mayor parte del día -

Apenas en pocas horas habían podido tomar el tren; primero porque tuvieron que quedarse hasta tarde a cerrar la panadería y segundo porque el tren los dejo. Una vez subieron tuvieron que soportar una ola de gente que casi los bota en una estación cualquiera, pero por suerte por fin tenían algo mas de espacio y asientos libres para descansar sus piernas.

Se quedaron en silencio y el omega aprovecho para disfrutar de los dulces que la señora le había ofrecido, aunque no eran de su sabor favorito se sentía muy feliz, le recordaba mucho a cuando iba donde su abuelita. Giro a ver al pelirrojo que se veía bastante cansado pero mantenía su sonrisa de siempre aunque un poco mas tenue de lo normal, era como su expresión pregerminada y no entendía como podía mantenerla siempre en su rostro, aunque lo mismo le preguntaban a él por siempre tener el ceño fruncido.

- toma, solo porque te ves destruido - le entrego sus dos últimos dulces y se giro para ver la ventana, él también estaba algo cansado

Tanjiro sonrió muy feliz por el lindo gesto del peliazul, no siempre se tenia aun Inosuke generoso y mucho menos con los dulces. Tardaron largos minutos en llegar, incluso el pelirrojo se había quedado medio dormido y el cabeza dura parecía un maldito costal de cemento, tuvo que arrastrarlo hasta la cama, ni siquiera le quito los zapatos y solo se lanzo a dormir junto al otro.

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Llegaba luego de un largo día en la escuela, pero a pesar de todo siempre estaba feliz y dispuesto a ayudar a sus padres con el negocio. Les iba muy bien y de a poco había logrado expandir mas la panadería, pareciendo mas una cafetería que una simple tiendita. Llegaban mas clientes y sus padres solos ya no podían con tanto, por lo que el joven pelirrojo se les unió al trabajo y de paso contrataron a un joven pelinegro para que le ayudara a atender en la caja.

La primera vez que lo vio creyó que era un mujer, incluso si le superaba en altura, se veía demasiado delicado y elegante. Sus ojos parecían un par de caramelos y eran tan gentil que no podía evitar sentirse nervioso al interactuar con él.

Ayudaba a organizar los nuevos pastelitos en la vitrina, todavía no abrían y a su lado estaba el pelinegro. Aunque ese no era su trabajo principal, ya que el siempre estaba metido en la parte de atrás haciendo pan con su padre, había decidido ayudar al mayor al verlo tan atiborrado de bandejas y platos

- Gracias Tanjiro kun, aunque no era necesario - el pelinegro se levanto dándole la espalda por un segundos al pelirrojo - te daré unos dulces, son deliciosos - tomo su mano, tenia la piel tan fría que un escalofrío le recorrió entero. Dejo los caramelos en su palma e inevitablemente miro sus ojos; lo tenia tan cerca que las mejillas se le colorearon de rosa.

El olor dulce llegaba a su nariz, fuerte y empalagoso, había olvidado que era un omega dominante. Su olor era demasiado penetrante, se metía por sus fosas nasales y hacia un caos en su cerebro, apostaba cualquier cosa a que incluso era mucho mas dulce que los que tenia en la mano. Demasiado embriagante, su razón se iba lejos y un impulso extraño nacía de su pecho...

Fijo en eso su mira en el cuello del chico...algo dentro le pedía cosas extrañas.

¿por qué querría enterrar su colmillos ahí?

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Abrió los ojos, sintiéndose aun con el cuerpo pesado. Estaba echado boca abajo y uno de sus brazos pasaba por encima del omega, ni siquiera sabia a que horas se había quedado dormido, ni siquiera recordaba haber llegado a casa. Inosuke lo había arrastrado hasta allí, era lo mas probable, sonrió y acaricio la mejilla del mayor.

Ignoraría su sueño.

Faltaba aun para que sonara su alarma e ir al trabajo, y con Inosuke ahí el día seria igual de pesado que ayer.

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- Extraño a mi ratoncito... -

Era su hora para almorzar, casi no habían clientes en ese espacio de tiempo y tenían unos buenos minutos para descansar. Inosuke se había quedado en la caja desde la mañana, quitándoles un peso de encima a las únicas dos mujeres que allí trabajaban. El resto de los hermanos Kamado seguían terminando sus estudios y a pesar de que se ofrecían siempre, sus padres siempre los rechazaban pues para ellos era mucho mejor que siguieran estudiando.

- Él esta bien, debe de estar...haciendo cosas de ratones -

En ese momento el peliazul volteo a verlo y se acerco mas a donde estaba sentado, su aroma se sentía un poco mas fuerte de normal, aun así seguía siendo nada comparado al de los demás. Un aroma tan suave a frutas...nada comparable al de un empalagoso dulce, pero con todo en contra, le gustaba mucho mas que cualquier otro

- aun duele, mi lazo -

Se tocaba el cuello, tan blanco y bonito, manchado por una fea cicatriz.

- ¿sientes lo que él? - pregunto, dejando de lado su bento para ser él el que se acercara esta vez al mas pequeño, rodeando su espalda con el brazo.

- a veces...aunque no se si también sea por lo de Yuu - suspiro y se apoyo en el hombro del alfa, cerrando los ojos - aun me da miedo, no quiero encontrarme de nuevo con él -

Inosuke seguía tan sensible, pero estaba mucho mejor que antes. Si lo hubiera hecho antes tal vez su encuentro con Kaigaku no hubiera sido tan...

- ¡quiero ver a mi ratoncitooo! estoy cansado, hoy no vino la señora con los dulces -

Le dio unas palmaditas de consuelo en el brazo. Al menos ahora podía sobrellevar mejor sus malos sentimientos y recuerdos. Le beso una mejilla y se apoyo sobre su cabeza.

- guardemos un pastel para llevarlo a casa -

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De nuevo en el tren, había comenzado a hacer mucho frio afuera y ambos llevaban encima sus abrigos. Había algo en el suyo que apestaba, le dolía la nariz y sentía que le dolería la cabeza si seguía respirando aquel aroma tan intenso. Busco en sus bolsillos y saco un envoltorio, era los dulces que Inosuke le había ofrecido ayer, al recordar que los había comido le dio un poco de asco

- ¿Qué tienes? Te vez enfermo, Kentaro - por suerte tenia ahí al peliazul, se encorvo un poco y olfateo un poco su cabello. Mucho mejor - ¿Qué haces? ¡deja de hacer cosas raras! idiota -

No podía dejar de mirarlo, se habían empapado por culpa de la lluvia que los tomo desprevenidos en medio de la calle. El cabello de Ino se había mojado y podía ver parte de su cuello, de su cicatriz. Y no sabia porque, pero sentía que su aroma se intensificaba cada vez mas, pero no era molesto, no era empalagoso ni intrusivo.

Era adictivo, demasiado a su parecer

- al menos mañana ya es sábado, trabajamos muy duro esta semana ¡bien hecho Monjiro! - aprovecho para quitarse parte de su ropa y tomar su cabello para amarrarlo en una coleta alta, dejando a la vista del pelirrojo la gran marca ovalada - ¿¡q-que haces!? -

Había sido su punto de quiebre, el aroma de Inosuke de repente había inundado su cerebro y lo tenia ahora acorralado entre sus brazo. Demasiado embriagante, una sensación conocida crecía en su pecho y nublaba su razón, tenia ahí entre sus brazos a su presa y esta vez nadie podría detenerlo.

Nada.

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Aaah, esta haciendo mucho sueñito

Agradezco a la gente que comento en el cap pasado, no se preocupen, no voy a abandonar nada. Solo quería opiniones

chau~

Por cierto, Koinatsu es la oiran de la casa en la que se queda Tanjiro en la segunda temporada, solo que aquí es hombre :P

Lazos [TanIno]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora