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Inosuke es un omega. No cualquier clase de omega, es un omega recesivo, sus feromonas no eran tan fuertes o deliciosas al olfato como las de los omegas dominantes. Esto le molestaba, hacia añicos su autoestima, pues antes de que supiera su casta, siempre fue fuerte y superior a los demás.

Ah, como extrañaba esos días, dándole palizas al que de atreviera a criticarlo por su rostro pulcro y bonito, o molestando al idiota de Monitsu y Kentaro.

Lo recordaba perfectamente bien, el desastroso día que definió su simple y aburrido futuro como omega. Fue en una clase de matemáticas, estaba tan feliz de que llegaran a interrumpir la clase que mas odiaba del mundo y además de eso, por fin sabría su casta. 

Estaba tan seguro de que seria un alfa.

Pero su sonrisa se borro cuando sus resultados salieron negativos, al parecer aun no estaba bien desarrollado y demoraría unos meses mas. Sus amigos estaban ahí con el, Zenitsu como siempre de llorón porque ahora era un omega y Tanjirou feliz de ser un alfa tal y como lo eran todos en su familia. Paso de ser el primero en casi todo a ser el ultimo en la lista. Su madre lo convenció de que no se preocupara, que no importaba si demoraba un poco mas que el resto, que ella estaría orgullosa fuera lo que fuera.

Pero el no lo estuvo cuando finalmente supo lo que era.

Un omega, le toco ser un omega, y no uno común o dominante. Era uno de clase baja, recesivo y mas débil que el resto.

¿Se deprimió? 

Al principio no, trato de ocultarlo lo mas que pudo, hasta que llego su primer celo y vivió el peor episodio de su vida. Su madre tuvo que dejar de llevarlo a la escuela por meses y cuando menos se dio cuenta, estaba tan cambiado que ni el mismo se reconocía.

Tanjirou siempre estuvo ahí con él a pesar de no saber nada, en los meses que no se vieron había cambiado tanto que cuando lo vio después de un largo tiempo de solo estar hablando por celular, se asusto pensando que era algún señor extraño vendiendo de casa en casa. Zenitsu hacia lo que podía, pero tener que seguir con el negocio de mermelada de durazno de su abuelo era muy difícil para alguien tan quejica.

Todo paso tan rápido, se dio cuenta de que poco a poco sus intenciones de querer pelear o robarle la comida a Tanjirou solo era una excusa para querer estar un poco mas cerca. Que chillaba en su interior cuando el pelirrojo le sonreía a pesar de que lo hacia con todo el mundo, que sentía su pecho encogerse cuando lo veía noche si y día también hablando con su novia por celular.

Se sentía mal por quererlo tanto y no poder hacer nada. 

Se sentía mal sabiendo que ni aunque fuera el ultimo omega en la tierra, Tanjirou por fin lo miraría con otros ojos. Que por fin dejaría de ser  como un hermano menor.

Todo eso pensaba mientras miraba las nubes blancas bailar en el cielo azul. Tan lindas, nunca pensó que verlas seria tan interesante, incluso dibujaba las formas que veía en un cuaderno viejo de cuando iba a el colegio.

No tenia mucho que hacer cuando estaba solo, no conseguía trabajo tan fácil por ser un omega y por su actitud que llegaba a ser algo agresiva a veces. Tampoco le gustaba salir solo, pues sentía la presión de tener tantas personas al rededor junto con sus apestosas feromonas. A veces iba a casa de mamá, pero ella estaba tan ocupada con su noviecito que prefería no ir a ver sus espectáculos empalagosos.

Se emociono al escuchar la puerta abrirse y la voz conocida de su amigo saludar. Sintió como su corazón comenzaba a latir desesperado y como sus labios temblaban por sonreír, aquel aroma tan fuerte calentó sus mejillas y lo hizo levantarse.

Pero se controlo, no iba a correr como una enamorada a abrazar a su amigo.

Borro su expresión y la remplazo por la suya típica, esa que siempre lo hacia ver de mal humor.

Camino a paso pesado y abrió su boca para comenzar a quejarse, no sabia de que otra forma podría calmarse a menos de que fuera gritando.

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Ya había anochecido. Muy pocas estrellas brillaban en el cielo y después de varios días, la luna estaba comenzando a llenarse de nuevo.  Inosuke acostumbraba a dormirse muy rápido, pero aquella noche era de las pocas en las que volvía a quedarse pegado a la ventana. 
Incluso si la luz opacaba a las estrellas, ni la luz mas potente remplazaría a la bella y radiante luna. 

No quería pensar en nada, tenia ganas de dormir, pero se sentía solo en su cama, quería ir con Tanjirou, pero sabia que estaba hablando con su novia. Casi todas las noches lo hacia y agradecía de escucharlo reír antes de dormir. 

Aun así dolía un poco, pero si no podía ser fuerte físicamente, lo seria de la otra forma.

- Dios...que aburrido... - bostezo y se sentó bien en el sillón para mirar el suelo - me gustaría tener un gato - comenzó a hablar solo, prefería eso a contárselo a cualquiera - y un perro, también quiero un geko... - 

De repente, se escucho una fuerte carcajada. 

Sus mejillas se calentaron y sus dedos solitos se comenzaron a mover nervioso.

- mmm, quiero a Tanjirou... - susurro - ¿algún día podre... no, eso solo pasa en los mangas - 

Aburrido, se levanto haciendo pucheros y se encerró en su habitación.

¿De que le servía ser un omega si el alfa que tanto quería no iba ni a voltearlo a mirar?

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Que difícil es el amor a veces amigos.

Cuídense por fa, gracias por leer.



Lazos [TanIno]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora