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¿Inosuke un omega?

Si, suena raro una vez lo conoces bien. Pero realmente no era nada alejado de la realidad. Cuando tenia doce era prácticamente igual a cualquiera beta, inclusive llegaron a pensar en que podría ser un alfa por su carácter tan duro y su fuerte instinto por proteger a otros. Conforme pasaron los años, su cuerpo dejo de crecer a la misma velocidad, sus amigos le ganaron en en volumen y tamaño y su rostro no hizo mas que volverse aún mas hermoso.

Apenas llegaba al 1.68, un poco mas alto que el omega promedio, pesaba 55 kilos apenas, pues de un día para otro sus tan preciados músculos se encogieron para volverse masa blanda y suave.

Aunque no dejaba de ser igual de fuerte, su apariencia lo hacia ver muy diferente.

- vamos Ino, ¿Por qué te enojas? - el pelirrojo le preguntaba, ya sabia el porque, pero era mejor hablarlo para que lo sacara de sus sistema. Estaban de compras y el llevaba el carrito mientras el mas pequeño iba delante de él.

- no te pedí que me alcanzarás eso... - lo susurro dándole la espalda al mas grande con ambas manos detras de él. De repente una bolsa de papas se estrello en la cara del pelirrojo- ¡Imbécil! ¡Yo puedo solo! -

-no podía dejar que te treparas por el estante... - ya había pasado, fue terrible.

- ¡No me importa! ¡Solo no me hables! - inflo sus cachetes rojos y se fue casi corriendo lejos de el. Tanjiro solo veia de lejos, luego iría por el.

Su relación era extraña, no eran nada, solo amigos,a pesar de que era omega el aroma del mayor ni siquiera le atraía mucho que digamos. Lo veía como un pequeño e infantil hermano menor, con sus berrinches y todo. Sentía que quería protegerlo de cualquier alfa que se le acercase.

Pero no lo mal entiendan, no eran celos, era por miedo de que saliera lastimado de nuevo.

Agrego a su carrito de compras unas pastas y latas de salsa, escuchando al otro lado, el estruendo que seguro había causado unas vez más su pequeño amigo.

No podía enojarse con él, no podía

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- ¡Te lo digo! ¡Eso se cayó solo! - estaban de regreso e Inosuke no paraba de gritarle su versión de como había terminado bajo un montón de cajas de cereal y galletas.

- Si si, Ino...la próxima vez quédate conmigo - por suerte nada se había abierto o dañado. Solo tuvieron que reacomodaron todo. Y seria tarea sencilla sino fuera porque el pelinegro no alcanzaba y se enfadaba de nuevo.

De la nada, el mayor en edad le impidió que siguiera y se quedo estático. Sus enormes ojos verdes solo lo miraban, serio y sin expresión, de repente noto por primera vez la diferencia tan abismal de altura entre su amigo mayor por cinco años y él.

Le llegaba prácticamente al pecho, no pasaba de ahí ni siquiera con plataformas.

- Monjiro... - a veces lo ponía nerviosos esa actitud tan... impredecible, pero la cercanía que iban tomado lo ponía cada vez mas incomodo.

Sus labios rosas se abrieron un poco sin soltar nada aun, pensando tal vez en lo que diría.

- olvide la otra bolsa en el supermercado -

Oh.

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Tuvieron que regresar por la bolsa que Inosuke había dejado tirada en la acera, tenían suerte de vivir en Japón y no en Latinoamérica, todo seguía intacto y en su sitio, menos mal, pensaba el pelirrojo.

- Oye, Tanketsu... - no iba a decir nada por haberlo llamado erróneamente, después de años estaba acostumbrado - tengo hambre, vayamos a comer tempura -

- ... -

No dijo nada, ya se esperaba algo así viviendo de su pequeño amigo. Con la vena ya un poquito hinchada, asintió y el otro feliz se fue corriendo, agitando la bolsa y revolviendo todo. Al estar cerca del centro de la ciudad, habían muchos restaurantes, sabia que Inosuke se dirigía al restaurante de la señorita Mitsuri. Veía desde detrás como caminaba dando saltos y saludaba a cualquier perro o pájaro que se e pusiera en frente.

- ¡Vamos vamos! ¡mas rápido Kentaro! -

- no tienes que gritar así Ino... - la gente los miraban raro, tal vez a Ino no le importaba mucho o no se daba cuenta, pero a el le daba un poco de vergüenza - dame la bolsa y vete adelantando entonces, no hagas otro desastre -

- ¡Si, lo que digas! - le paso la bolsa en la mano donde menos carga tenia y corrió como un desquiciado hasta doblar una esquina.

Tanjiro suspiro exhausto, y eso que apenas era medio día. Desde que Kotoha le había pedido que viviera con su único hijo, todos sus días era un caos, cuando tenían que salir a hacer las compras del mes o a pasear a la rata que tenia de mascota. ¿Se arrepentía?

Pues...

Realmente no...o eso se forzaba a creer.

Luego de unos minutos caminando en silencio, llego al restaurante. No necesito entrar para escuchar desde fuera las risotadas de su mejor amigo y las de la dueña. Empujo la puerta con el pie haciendo sonar la campanita.

- ¡oh! Kamado kun - como era costumbre desde que era adolescente, la señorita le daba un abrazo y un beso en la mejilla. Su esposo desde la cocina lo mataba con la mirada y el hacia como si no se diera cuenta de nada - ¿Cómo has estado? ¿tu trabajo? ¿tu familia? -

Al mismo tiempo que preguntaba, ayudaba con las bolsas tomándolas casi todas con una sola mano y con la otra empujaba por la espalda a Tanjiro para que se sentara en una de las bancas.

- Muy bien señorita Mitsuri, un poco cansado, pero nada fuera de lo normal. Mis hermanos vendrán a visitar el próximo mes - se sentó al lado del pelinegro que estaba engullendo todo lo que tenia en el plato - ¿y como les va a ustedes? -

- ¡bien, muy bien! ¿cierto cielito? - grito hacia dentro de la cocina, donde se asomo por segunda vez Iguro, esta vez con su pulgar en alto - ¿y que vas a pedir? -

- quiero raic- -

- ¡dame mas tempura! - el grito de Inosuke rompió por completo su oración, la mujer de pelo rosa asintió y se adentro en la cocina.

Tanjiro miro de reojo al chico, seguía comiendo como un desquiciado el poco arroz que le quedaba. Estaba tan feliz que sus feromonas se volvían mas fuertes y dulces, llamaba la atención del resto de clientes, o eso pensaba, así que trato de apaciguarlas un poco con las suyas.

- Oye Tontaro, tu olor es muy fuerte, me pica la nariz - dejo su plato vacío y miro al otro sin una expresión en concreto, solo cubriendo su nariz con la palma de su mano.

- las tuyas también, controla un poco tu aroma o nos volveremos a meter en problemas - le dijo en tono suave mientras limpiaba unos cuantos granos de arroz en su mejilla.

No contesto nada y Tanjirou tampoco dijo nada mas. Solo se quedaron ahí en silencio, el pelirrojo pensando en como acomodaría la comida dentro de la alacena y el pelinegro aguantando las ganas que sentía de gritar como una adolescente enamorada.

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Tengo muchas ideas y no se como plasmarlas. Ayuda :(

Lazos [TanIno]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora