🌃 Kill of the night 🌃 Karma • AK 🌃

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La calle es engañosa
Voy a atraerte a la oscuridad
Mi frío deseo
para escuchar el boom, boom, boom de tu corazón



La noche había caído ya.

Karma caminaba por la ciudad, con sus manos en los bolsillos de su pantalón; se sentía frustrado, no tanto por la suspensión que había obtenido, sino por cómo su profesor no lo había defendido como esperaba, como le había prometido. Chasqueó la lengua y le dio una patada a una piedra, con ira, haciéndola volar; esta chocó contra un vehículo negro accidentalmente, se notaba que era de alguien importante, así que, antes de ser visto y tener problemas con los que no tenía ganas de lidiar, se ocultó tras un árbol.

Vio cómo de aquel auto bajó un hombre de traje, observar su alrededor, y volver a subir al coche al no encontrar a nadie cerca.

El pelirrojo observó más arriba, pues el auto negro estaba estacionado delante de unas largas escaleras; arriba se encontró con un templo shinto que tenía un arco torii como entrada. Hizo una mueca de curiosidad, sabía que el templo era realmente antiguo, y que tenía la fama de estar relacionado a las "artes oscuras" y demonios, pero...nadie creía en demonios y magia negra en el Siglo XXI, así que los rumores de la época moderna decían que se lavaba dinero o que se hacían negocios turbios para gente de poder.

Se encogió ligeramente de hombros, decidido a irse a seguir con sus cosas, pero antes de eso vio salir del templo a dos personas que se detuvieron al borde de las escaleras, un adulto y una joven. El adulto era un hombre de traje y porte elegante, con algunas arrugas en su rostro y cabello negro con algunas canas; y la joven era bonita, pálida y de largo cabello negro sujeto en una coleta baja con una cinta blanca, vistiendo la típica ropa de sacerdotisa de sode-kukuri blanco, hakama rojo, calcetines blancos y zori de madera. Al hombre lo reconoció como un político de la ciudad, y a la chica la conocía mejor pues habían sido compañeros en la primaria, aunque actualmente estaban separados pues ella comenzaría el año en la Clase 3-A.

Hizo una mueca de curiosidad, pues toda la escena emanaba un aura extraña por alguna razón, además, a pesar de conocer a aquella pelinegra desde los 6 años, nunca supo nada sobre su familia ni había ido jamás a su casa, al contrario de ella que sí había conocido a los padres de él y había ido alguna vez a su casa.


Tn tomó las manos del hombre entre las suyas, dejando un amuleto negro en ellas, y lo miró, esbozando una sonrisa con cierto toque malicioso.

– Que tenga una buena noche, Matsumoto-san –hizo una reverencia y soltó sus manos.

– Gracias por atenderme a esta hora de la noche –hizo una reverencia.– Buenas noches.

El hombre volteó hacia las escaleras, las bajó, y se dirigió hacia el auto que lo esperaba para irse.

La joven observó el vehículo alejarse, con su sonrisa intacta, bajó las escaleras con tranquilidad y se encaminó hacia el árbol donde había notado se ocultaba ese pelirrojo; apoyó sus manos en el tronco y se asomó, para mirarlo. Él la miró a ella.

– ¿Sientes curiosidad?

– Mucha –sonrió.

– Está bien, sé que parece extraño y también conozco la fama del templo.

– No sabía que eras una sacerdotisa.

– Sí, lo soy. Matsumoto-san tuvo una urgencia espiritual y vino a hablar con mi padre. Sólo le dimos algo de paz, es todo. Nada de lo que debas preocuparte.

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