🕷️ Paint the town red 🕷 Alois • Kuroshitsuji 🕷

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Sí, perra, dije lo que dije
Prefiero ser famosa
Dejé que todo eso se me subiera a la cabeza
No me importa, pintaré la ciudad de rojo




Alois tenía los ojos abiertos como platos, brillando, observaba encantado esa extravagante escultura en medio de un parque. Alrededor había gente sorprendida, asqueada y perturbada, y Scotland Yard intentando alejar a todos y hacer su investigación.

La escultura estaba hecha con el cuerpo desnudo de una joven. La cabeza estaba en su vientre y tenía una rosa en la boca, sus piernas estaban en el lugar de sus brazos y con las rodillas dobladas para formar una "T", y sus brazos abajo en el lugar de sus piernas cruzadas como un espiral; a su alrededor había una corona circular con rosas, muchas rosas más en el suelo, y se mantenía de pie gracias a un poste de madera.

– Claude... –llamó.

– ¿Hm? –exclamó, mirándolo de reojo.

– Quiero que encuentres al artista autor de esa escultura...Es una orden.

– ...Yes, Your Highness –llevó una mano a su pecho e hizo una reverencia.


Tn se encontraba entre la multitud, usando un pañuelo en la cabeza para pasar desapercibida, y con los ojos cerrados para poder concentrarse y escuchar lo que toda esa gente arremolinada decía sobre su obra; sonrió de lado, encantada por cómo su arte perturbaba al público, y abrió los ojos.

– ¿Qué opinas, Thackery?

– Su arte es encantador, mistress. Sus antepasados estarían encantados.

La jovencita rió inocente.

– Pintaré esta ciudad de rojo~♡ –tarareó, volteando.

La rubia comenzó a avanzar dando saltitos, alejándose. Se sentía intocable, asesinar le daba poder, y sabía que aunque la atraparan con las manos en la masa quedaría libre; y hacer arte con sus víctimas la hacia sentir como la artista más grande de toda la historia, y la más original, pues hasta entonces "artista" y "asesino" eran dos adjetivos que siempre iban separados, ningún asesino haría algo tan hermoso con una víctima. En su mente, "Dios" no era un viejo barbudo que vivía en un Paraíso sobre del cielo, "Dios" era ella.

El demoníaco mayordomo sólo rió, siguiéndola. Estaba encantado con esa doncella de cabello rubio, quien hacia honor a su apellido "Borgia".



Perra, dije lo que dije
Prefiero ser famosa
Dejé que todo eso se me subiera a la cabeza
No me importa, pintaré la ciudad de rojo



El hombre observaba ambos cuadros, el pintado por él y el pintado por su hija menor. Tenían similitudes en estilo, pero eran tan diferentes a la vez; los suyos tenían de musa a su hermosa esposa, vestida de blanco y rodeada de flores, como un ángel; al contrario, los de la joven tenían de "musa" a jovencitas desnudas y desmembradas, lo que los hacían perturbadores.

– ¿...Por qué pintas chicas desnudas y...con las extremidades cortadas?

– ¿Por qué no? –rió.

– ...Supongo que son el tipo de cosas que se esperan de una Borgia –suspiró.– Bueno, de todos modos la galería va bien, al público le encantan tanto mis pinturas como las tuyas. Las mías por ser ensueños llenos de flores, y las tuyas...por morbo decorado con flores, supongo.

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