Cuando entro en clase, Gabriele ya está
sentado. Me saluda y aparta su cuaderno
para hacer sitio a mis cosas, lo que me
deja estupefacta. Le devuelvo el saludo y
me quito la chaqueta, luego me siento y,
por hacer algo, abro la agenda. Mientras la
hojeo distraída, él se vuelve hacia mí y
apoya una mano en el respaldo de mi silla.
Ese gesto hace que me sienta violenta,
porque estoy segura de que todos nos
observan.
—¿Cómo estás? —me susurra.
—Bien —contesto, y después, mirando
alrededor para ver si alguien nos espía,
añado—: Todos creen que salimos juntos.
No tenía intención de soltárselo así, tan
secamente, pero ya no tiene remedio.
Gabriele retira la mano del respaldo y
apoya las dos en el borde del pupitre, como
si quisiese empujarlo para salir.
—¿Y qué? —replica en tono gélido,
volviéndose para mirarme de nuevo.
—Pues nada, sólo quería que lo
supieras —respondo simulando que leo.
—Ya sabes que lo que piensen esos
capullos me importa un carajo. ¿Por qué te
molesta tanto? —inquiere agresivo.
—¿A mí? ¿Y por qué debería? —replico
en tono desafiante, volviéndome hacia él
para mirarlo a los ojos, y le recuerdo
irritada—: Si me molestase, como dices, no
habría ido a comer contigo.
He gritado demasiado y, en ese preciso
instante, me doy cuenta de que la clase
entera nos mira. Sonia es la única que
disimula, puede que para demostrarme su
amistad después de la reconciliación de
ayer. Gabriele se cierra en su habitual
silencio plomizo y se pone a dibujar
pasando olímpicamente de los demás,
también de mí. Por suerte, entra la profe
de Italiano, empieza la lección y las
miradas antes fijas en nosotros se dirigen
al frente. Mientras la profe escribe en la
pizarra, con el rabillo del ojo veo que
Gabriele se inclina hacia mí.
—¿Pasamos de venir mañana a clase?
—me susurra sin perder de vista a la profe
Avvampo, y me alegro de que no esté
mirándome.
Ésta sí que no me la esperaba. Y yo
que pensaba que se había cabreado... ¿Y
ahora? Digo que sí casi inaudiblemente,
aunque ni siquiera sé lo que me apetece de
verdad.
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La lluvia en tu habitación *Paola Predicatori*
Teen FictionA sus 17 años, Alessandra ha vivido una de las experiencias más dolorosas: el cáncer se ha llevado a su madre y ahora se encuentra entre la aceptación de una pérdida insoportable y un agudo sentimiento de abandono. Al reincorporarse a la escuela, en...